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Más debate para hablar menos

Pedro Gorospe

Los dos partidos que compartieron el gobierno del País Vasco los últimos 13 años ahora no se hablan. Socialistas y PNV han cavado un profundo foso a la puerta de sus respectivos grupos parlamentarios, contiguos en la Cámara de Vitoria. Ese distanciamiento ha coincidido con el periodo de mayor incomunicación de los últimos 20 años entre las fuerzas nacionalistas (PNV, EA y EH), comprometidas en el pacto de Lizarra, y el resto de los partidos (PP, PSE y UA). La división en esos dos bloques, que ha dejado a IU en el medio, pese a ser firmante de Lizarra, y la persistencia de las coacciones y amenazas, no han hecho sino añadir acidez a un debate político que por primera vez no está condicionado por los asesinatos de ETA y, también por vez primera, reúne a todas las fuerzas con representación parlamentarias. La paradoja de la nueva legislatura es que la recobrada vitalidad de la Cámara vasca no se traduce en más diálogo, sino en más incomprensión. La situación de enfrentamiento ha llevado al Parlamento a vivir en los tres últimos meses situaciones inéditas: bloqueo de las comisiones, ausencia absoluta de diálogo para consensuar iniciativas entre nacionalistas y no nacionalistas, creación de ponencias como la de las "víctimas de la violencia" que cuenta con el rechazo frontal de la oposición, y acuerdos que generan una contestación muy fuerte, como el de permitir a la autodenominada Asamblea kurda en el exilio reunirse en la Cámara de Vitoria. Todo ello en un ambiente de tensión que causa continuas declaraciones cruzadas y acusaciones mutuas, tanto en los pasillos como desde la tribuna. Pero diálogo, muy poco. Tanto nacionalistas como socialistas y populares creen que este panorama puede continuar sin cambios hasta las elecciones municipales y forales del próximo mes de junio, salvo que prosperen los intentos del PSE, cuya ejecutiva debatirá la próxima semana un documento que dejaría abierta la puerta a un diálogo sin condiciones previas, o que el PNV comience a tender puentes que desbloqueen la situación. "Es muy difícil mantener una situación normalizada cuando partidos como el PSE mantienen discursos como el que exhibe su portavoz, Fernando Buesa, llamando a la revuelta social contra el nacionalismo. En esas condiciones es muy difícil, pero vamos a seguir intentándolo", dice el presidente de la comisión de Derechos Humanos, Iñigo Urkullu. "Sabemos que hay otras posiciones internas que nada tienen que ver con esos discursos y esperamos que triunfen, y se impongan sobre el discurso socialista de Madrid", añade. El "rodillo" "Efectivamente no hay diálogo", admite el parlamentario socialista Rodolfo Ares, pero apunta una razón diametralmente opuesta: "Están utilizando el rodillo de su mayoría y el propio Reglamento para doblegar a los demás. Hay debate y diálogo cuando se tiene voluntad de consenso, y los nacionalistas en este momento no lo tienen". El miembro de la ejecutiva socialista de Euskadi Mario Onaindía cree que éste es un periodo en el que el PSE y el propio PSOE han sido muy respetuosos con la nueva situación creada tras la tregua, pero hay que tomar la iniciativa. "La tregua etarra es una victoria de la democracia, y ahora no podemos permitir que lo que no han conseguido en la calle lo consigan de otras formas", declara. "Ahora más que nunca se puede hablar de las dos orillas. Precisamente cuando el río baja con menos agua", observa un analista político. Interpretación en la que coinciden incluso algunos miembros del PP vasco, que considerarían una buena noticia una entrevista entre su presidente, Carlos Iturgaiz, y el lñíder de EH, Arnaldo Otegi. "Pero nunca antes de que acaben los actos de presión, violencia callejera y coacciones", precisan.

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Sobre la firma

Pedro Gorospe
Corresponsal en el País Vasco cubre la actualidad política, social y económica. Licenciado en Ciencias de la Información por la UPV-EHU, perteneció a las redacciones de la nueva Gaceta del Norte, Deia, Gaur Express y como productor la televisión pública vasca EITB antes de llegar a EL PAÍS. Es autor del libro El inconformismo de Koldo Saratxaga.

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