Más Arena
LA AMPLIA victoria en primera vuelta en las presidenciales salvadoreñas del candidato del partido gobernante Arena, Francisco Flores, no es una sorpresa. Ante inconcretos programas de gobierno en que los aspirantes principales ofrecían vaguedades para combatir la pobreza generalizada y una delincuencia callejera alarmante, los salvadoreños se han decantado por el "más vale lo malo conocido" y han dado otra oportunidad de cinco años al partido en el poder desde 1989, al que no hace tanto todavía se identificaba con los escuadrones de la muerte. La apatía de los electores -más del 60% de abstención, por lo demás endémica en la zona- hunde sus raíces en un explicable desencanto con políticos incapaces de mejorar la vida de la gran mayoría, con promesas incumplidas, corrupción oficial, compraventa de votos o censos inverosímiles.En un país sobre el que inevitablemente sigue planeando un conflicto civil que causó decenas de miles de muertos -éstos son los segundos comicios presidenciales desde el alto el fuego de 1991-, la Alianza de Renovación Nacional (Arena) no sólo ha tenido a su favor los recursos financieros del poder, también ha jugado mejor que la oposición izquierdista la baza de selección del candidato. El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) ha moderado más que sus rivales su posición ideológica; pero su aspirante, el ex jefe guerrillero Facundo Guardado, es un vivo recordatorio de un conflicto inacabable. La izquierda, además, tras sus buenos resultados en las legislativas y municipales de 1997, ha tenido serios problemas internos para su designación. Por el contrario, Paco Flores, el vencedor de las elecciones, no acarrea el estigma de extrema derecha que caracteriza a la mayoría de los jefes de Arena. Flores, de 39 años, pasó los años de la sangre estudiando en Estados Unidos. Su cultivada imagen es la de un líder sin el equipaje ideológico de la guerra.
Hay que felicitarse, sobre todo, del tono en que han dicurrido las elecciones salvadoreñas. Que las dos siglas que antaño albergaron a guerrilleros (FMLN) y a pistoleros de extrema derecha (Arena) hayan podido pasar sin especiales estridencias desde el enfrentamiento físico al combate de las ideas es en sí misma una excelente noticia. Y no sólo para El Salvador, sino para toda Centroamérica. Una zona del mundo, por lo demás, donde con demasiada frecuencia ha anidado toda forma de violencia, desde la de los hombres hasta la más imparcial de la naturaleza.
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