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FERIA DE CASTELLÓN

Bronca por un cuerno

No pudo terminar peor la corrida con cuatro matadores. Terminó en bronca al presidente, Julio Rodríguez, porque se cometieron diversos fallos en cadena. Salió el octavo, un burraco de bonita lámina y le dio Abellán dos largas cambiadas. Se marchó el toro a otros terré nos y por culpa de un subalterno remató en un burladero rompiéndose el cuerno por la cepa.

Allí empezó el sainete. En principio pareció que el presidente iba a cambiar el toro. Tras instantes de incertidumbre dio salida a los del castoreño, mientras arreciaban las protestas del público. A encresparles contribuyó el matador, que pe día el sobrero. El animal se había inutilizado en la lidia pero la incertidumbre del usía hizo pensar que podía devolverse a los corrales. No se devolvió y Abellán tomó los trastos de matar. Tuvo que hacerlo en medio de una monumental bronca y lanzamiento de almohadillas.

Buenavista / Mora, Morante, De Mora, Abellán

Pinturas Bruguer: Corrales (3), Biota (26), Swinson (10), Murcia (3), Middleton (12); Raúl López (12), Andreu (2), Grimau (1), Oliver (0) y Dani García (2). Eliminado: Swinson (m. 39)Pamesa: Rodilla (22), Luengo (3), Álvarez (0), Sellers (6), Hopkins (9); Maluenda (20) y Albert (11). Eliminado: Luengo (m. 37). Árbitros: Facchini (Italia) y Janac (Eslovaquia). Olímpico de Badalona. 9.000 espectadores. Partido de vuelta de los cuartos de final de la Copa Saporta. En la ida ganó el Pamesa por 57-50.

Ocho toros de Buenavista, de discreta presentación; 1º y 6° con casta, resto descastados

8° se rompió un cuerno.

Juan Mora: estocada baja (oreja); bajonazo (oreja); salió a hombros por la puerta grande

Morante de la Puebla: estocada tendida baja y descabello (oreja); estocada contraria y descabello (silencio). Eugenio de Mora: estocada delantera (vuelta); pinchazo y bajonazo (silencio). Miguel Abellán: media estocada baja —aviso—, pinchazo y tres descabellos (silencio); pinchazo y media (silencio). Plaza de Castellón, 8 de marzo. 2 corrida de feria. Media entrada.

La presidencia quiso hacerse notar desde el principio del festejo. Y eso porque empezó dando orejas donde hubiese bastado con mantener el pañuelo blanco quieto. Eso pasó con el primero, uno de los dos toros aceptables del encierro. Juan Mora, por debajo de su enemigo, lo lanceó con gusto en los de recibo y recetó un quite a pies juntos con verónicas de gusto. Con la muleta le plantó pelea en el tercio al natural hasta que recibió una tarascada que rompió el ritmo de la faena. La estocada cayó baja pero recibió un trofeo. Con su segundo, que lo único que tenía era movilidad, bastante hizo con sacárselo de las zapatillas y hacer un trasteo lucido. Volvió a caer la espada baja pero no importó. Abrió una puerta grande deslucida por la bronca que puso colofón a una larga tarde.

Se hizo larga porque excepto el tesón de Morante de la Puebla, las ganas de Abellán y un cumplidor Eugenio de Mora, poco se puede contar que no sea narrar derechazos, porfías y justificaciones. Morante con su primero estuvo bullidor y templado, incluso ligó muletazos. Pero se olvidó del reloj, él y el presidente, e hizo lo que también hicieron el resto: tanda y a dejar respirar al toro. Y es que a los toros que se torean hoy, casi todos del encaste Domecq, hay que dejarles respirar.

Y así hasta el hastío. Y además corrida de ocho. El atracón. El presidente se sumó al espectáculo, para animarlo de mala manera. Por dudar también se paga un precio en los toros aunque uno esté en un palco. Hubo espectadores que se fueron como balas hacia el balcón e increparon al presidente, que salió pegando un portazo. Como los pocos aficionados que se quedaron a ver como terminaba aquella comedia de las equivocaciones.

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