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Las relaciones ruso-chinas

Del 24 al 27 de febrero, el jefe del Gobierno de la República Popular de China, Zhu Rongji, ha visitado oficialmente a su colega de la Federación Rusa, Yevgueny Primakov. Es el cuarto encuentro entre los jefes de Gobierno de ambos países. Pese a que en los últimos años las relaciones hayan mejorado muy sensiblemente, debido a la crisis monetaria rusa, han disminuido las comerciales: el intercambio entre ambos colosos, valorado en 5.480 millones de dólares en 1998, ha descendido en 10,5% respecto al año anterior. Pero, lo más significativo es que, mientras en un pasado, ya bastante lejano, la antigua URSS fue el principal agente de la industrialización china, hoy los papeles han cambiado: mientras que las más de 900 empresas rusas que actúan en China han invertido el último año 150 millones de dólares, unas pocas empresas chinas han invertido en Rusia unos 100 millones de dólares. El nivel de industrialización de ambos países se está aproximando, debido tanto al gran bajón que ha sufrido Rusia, como al desarrollo vertiginoso de China después de abrirse al mercado mundial y recibir inversiones muy cuantiosas de EE UU, Europa y Japón.En los años cincuenta la URSS era el principal apoyo de la joven China comunista; el ruso se había convertido en la primera lengua extranjera y el marxismo, en su formulación estalinista, en la ideología oficial. La que se presentaba como inquebrantable amistad chino-soviética parecía garantizar a la larga la preeminencia asiática de la URSS. El poder mundial del comunismo hundía sus raíces en la conjunción de la inmensa Siberia, con sus inagotables recursos naturales, y de China, con su inmenso potencial demográfico. Tal es así que EE UU, que nunca ha abandonado un afán hegemónico en Asia, imprescindible para permanecer la primera potencia mundial, se decide a intervenir en Corea en 1950 y luego en los sesenta en Vietnam con el mismo objetivo de frenar la expansión soviética en ese continente.

El conflicto chino-soviético, que estalla en 1963, representa un cambio de enormes consecuencias. Estaba claro que si se resquebrajaba el bloque chino-soviético, el futuro del comunismo soviético se hacía mucho más problemático. La URSS de Jruschev elige el camino de la "coexistencia pacífica" y de las reformas internas, a que invitaba la crítica a Stalin del XX Congreso del PCUS, mientras la China de Mao se aferra a la tesis del "tigre de papel" para calificar al imperialismo norteamericano, frente al que, al menos en la retórica oficial, mantiene una política agresiva, y propone la "revolución cultural" como el instrumento adecuado para reforzar el comunismo en su igualitarismo más absoluto, es decir, hasta llegar a lo absurdo. Desde la experiencia de lo que fueron los diez años de la "revolución cultural" (1964-1974) el capitalismo salvaje que se despliega hoy en China parece una bendición. Treinta y cinco años más tarde, los papeles se han invertido. La URSS, incapaz de llevar a cabo las reformas propuestas en la época de Jruschev, se ha evaporado y la Rusia capitalista que emerge de sus escombros, tras un derrumbe incontrolado, no está en condiciones de poner en marcha una política que combine democratización con crecimiento económico. China, en cambio, que todavía articula un partido comunista férreo, avanza con éxito evidente por la senda de ir construyendo una sociedad capitalista bastante más eficiente. La transición, llevada a cabo en menos de dos decenios, desde el comunismo de Mao a un capitalismo que controla y regula el Estado, es uno de los fenómenos más llamativos y de mayor alcance del mundo de hoy, que ha cambiado por completo el que parecía previsible en los años sesenta y setenta. Contra todos los pronósticos del pasado, Asia tal vez podrá llegar a ser, un día, ni rusa ni norteamericana, sino asiática, en su versión china y/o japonesa. Posibilidad, que no certeza. En la China de hoy la presencia norteamericana es mucho más visible de lo que nunca fue la rusa. Nadie sabe lo que puede traer el futuro, lo que sí es seguro es que el poder mundial de EE UU se juega en Asia.

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