Solas
DE PASADALos hombres que había, estaban de servicio. Manuel Chaves, haciendo de presidente de la Junta. El catedrático de Derecho Constitucional Javier Pérez Royo, de copresentador del acto. Los escoltas del presidente y los vigilantes privados de la sala, de escoltas y vigilantes. Rafael Camacho, que no logró despistar a pesar de camuflarse tras un generoso mostacho, vestido de Portavoz del Gobierno. José Enrique Cervera, padre biológico de la frase con que arranca este artículo (algunas mujeres no hubieran reparado en ello), también de servicio. El caso es que eran pocos, extrañamente bien avenidos y aparentemente interesados, los hombres que acudieron a la presentación en Sevilla de Solas, la obra de la ex ministra de Cultura Carmen Alborch que ahonda en ese nuevo colectivo en expansión: las mujeres que viven solas. Por elección. Por hacer honor a lo que un día dijo la actriz Liv Ullman -y recoge el libro- que es menos duro despertarse y sentirse sola cuando estás sola que despertarse y sentirse sola cuando estás con alguien. Entre las mujeres, que eran mayoría, a lo mejor también se había colado alguna de servicio porque abundaban las políticas como las consejeras de Economía y Gobernación, Magdalena Álvarez y Carmen Hermosín, respectivamente; la directora general de Consumo, Rosa Mar Prieto o la diputada socialista Milagros Frías, entre otras. Aunque si estaban de guardia laboral lo disimularon la mar de bien: las que se habían leído la obra se derretían en elogios como la delegada provincial de Cultura, Pilar Gómez Casero. Pese a lo que podrían intuir algunas mentes, el libro, dijo la diputada socialista Amparo Rubiales, no es contra nadie. Vamos, que no invita a tumbarse tras una trinchera a la espera de alguna masculinidad digna de ser tiroteada. Es más, las mujeres -por si alguien lo había olvidado, Alborch lo recordó- "amamos a los hombres, aunque a veces tengamos que luchar contra ellos". Y ellos, que estaban de servicio, asentían, callaban o arqueaban las cejas, como hizo Pérez Royo cuando Alborch precisó que estaba allí por amistad y porque era innecesario convencerle del justo reparto de responsabilidades en la esfera doméstica, aunque la ex ministra arrancó risas generales cuando relativizó sus propias afirmaciones con un escueto "supongo". TEREIXA CONSTENLA
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