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El hijo de Bush inicia oficialmente su carrera hacia la Casa Blanca

George Bush comenzó ayer a caminar oficialmente por la larga y tortuosa ruta que puede llevarle a la Casa Blanca. Bush, gobernador republicano de Tejas e hijo del presidente que fue derrotado por Bill Clinton en 1992, anunció en Austin, la capital del Estado de la Estrella Solitaria, la formación de un comité destinado a explorar sus posibilidades de conseguir la candidatura republicana para los comicios presidenciales del próximo año.

La noticia fue recibida con entusiasmo en las filas republicanas, excepción hecha de los muchos otros aspirantes a la candidatura. Las primeras presidenciales estadounidenses del tercer milenio pueden ser las más disputadas y apasionantes en mucho tiempo si el duelo final termina enfrentando al republicano Bush con el demócrata Al Gore.El gobernador de Tejas es la gran esperanza de un partido carente hoy de liderazgo nacional, con toda una constelación de aspirantes a la Casa Blanca y malherido por el caso Lewinsky, que ha probado su exclusiva identificación con el tercio de la población más conservador y su alejamiento de los sectores centristas y moderados. Con un ideario que llama "conservadurismo con compasión", Bush está gobernando Tejas con la habilidad necesaria para dar satisfacción a la derecha y ganarse las simpatías de porciones de las minorías hispana y negra y de los grupos sociales más desfavorecidos.

Como hicieron Clinton y Gore en las filas demócratas, Bush se ha inventado una tercera vía republicana. Si une ese capital al cansancio de muchos estadounidenses por ocho años de continuos escándalos protagonizados por Clinton podría ganar a Gore. Éste parte con dos lastres: su falta de carisma personal y su identificación con la turbulenta Casa Blanca. Pero en su haber tiene otras cosas: la buena salud de la economía, su imagen de hombre serio y de intachable vida familiar, el apoyo entusiasta que le dan Bill y Hillary Clinton y la inexistencia de rivales en el campo demócrata.

Gore, que ya hizo oficial en enero su candidatura a la Casa Blanca, no tiene en su partido ningún rival de envergadura que pueda arrebatarle la designación a la presidencia. El que podría haber sido más peligroso, Richard Gephardt, líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes, ha anunciado que no piensa participar en la competición. Y hasta ahora sólo un demócrata se ha atrevido a desafiar al vicepresidente: el ex jugador de baloncesto de la NBA y ex senador de Nueva Jersey Bill Bradley.

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