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Entrevista:JORDI SAVALL - MÚSICO

"España importa el 99% de la programación musical"

Jordi Savall iniciará mañana en el Palau de la Música de Barcelona una nueva aventura que se llama Festival de Primavera. Música Viva 1999. La Cultura en Diálogo, un ciclo de conciertos, debates y clases magistrales que él y los tres grupos que lidera, Hespèrion XX, La Capella Reial de Catalunya y Le Concerts des Nations, ofrecerán hasta el 8 de junio. Una de las novedades de este festival es que la música compartirá protagonismo con el diálogo a través de unos debates previos a los conciertos en los que Savall quiere interrelacionar las culturas. El violagambista y director de orquesta catalán considera que la mayor parte de la vida musical española es importada, y él quiere luchar contra ello.Pregunta. ¿Qué le ha impulsado a crear este festival en el que la música se alternará con la palabra?

Respuesta. Hace años me rondaba por la cabeza la idea de unir en un festival la música con las otras disciplinas artísticas. Recuerdo frases de Kandinski sobre la relación del ritmo y el color, sobre la emoción y la manera de percibir esa emoción, a través de la música, a través de la pintura. O una frase de Goethe en la que dice que el hombre lleva la música dentro, por eso le es tan necesaria. Muchos creadores han hablado y hablan de la música, y tuve la idea de crear un festival en el que, además de los conciertos, hablaran filósofos, pintores, escultores, poetas, hombres de teatro. Hablemos juntos de lo que nos interesa, de lo que nos afecta, de lo que nos hace vivir.

P. En el primer debate, los ecritores Baltasar Porcel y Xavier Bru de Sala hablarán de la Europa unida. ¿Qué tiene eso que ver con el concierto posterior, en el que se interpretan obras de Lully, Bach, Muffat y Händel?

R. En el concierto inaugural interpretaremos músicas de estilo francés, que se hacía en toda Europa en una época concreta. Existía un lenguaje común europeo a través de un estilo de música. ¿Cuál es hoy el lenguaje común europeo? La economía. ¿Qué pasa con la cultura? El concierto y el debate tratan de dos cosas diferentes, pero aquél nos sirve de excusa para abrir el debate y la reflexión.

P. En los siete conciertos del festival los protagonistas son usted y los tres grupos que lidera. ¿Es un festival pensado para Savall y para que sus grupos tengan un ciclo de conciertos propio?

R. Sí. Pienso que después de 25 años de actividad por todo el mundo con Hespèrion XX, de 12 años de La Capella Reial de Catalunya y de 10 de Le Concert des Nations, podemos ofrecer un ciclo de conciertos con una variedad de programas lo suficientemente interesante para poder hacer una apuesta. Y creo que es una apuesta valiente, porque mucha gente puede pensar que si ya ha escuchado un concierto de Le Concerts des Nations qué necesidad tiene de escuchar uno de La Capella Reial. La vida musical de España, en general, es una vida comprada. Compramos a los grupos para que nos vengan a hacer la música que nos gusta y, al margen de las orquestas estables, el 99% de las programaciones de los festivales y ciclos de conciertos es de importación. Todos los países con cultura musical y con sentido de la cultura propia dan posibilidades a sus músicos para presentar su trabajo en su país y después exportan. Nosotros lo único que hacemos es importar la música.

P. ¿Hay detrás de este festival el sentimiento de que está envejeciendo y necesita volver a casa?

R. No. El sentimiento que hay detrás es el de querer luchar por algo que creo fundamental. Un sentimiento de dejar unos árboles plantados que puedan crecer y también un sentimiento de frustración de un país que no conserva su patrimonio, que no preserva aquello que sus creadores musicales han hecho. Ésta es una de las constantes en España, un país que en una época poseyó una cultura universal de primera línea, pero como de eso ya han pasado tantos años, se ha perdido la noción de que hayan existido alguna vez. Mientras Inglaterra tenía cuatro compositores importantes, en la misma época en España había 20, pero no los conocemos, porque no los hemos sabido recuperar.

P. ¿Cómo puede sobrevivir un ciclo como éste?

R. Hacemos una apuesta por una idea. Si interesa encontraremos las soluciones. Nos hemos dado un plazo de dos años para ver si funciona. Lo económico es importante, pero estoy dispuesto a arriesgarme, porque creo que es fundamental que podamos echar raíces. Pienso que después de haber estado tantos años trabajando para dar conocer un patrimonio, para crear unos músicos, un estilo de enseñar, una forma de interpretar la música, la única posibilidad de que todo esto tenga sentido es que posea futuro. Que cuando yo desaparezca por causas naturales todo mi trabajo tenga una continuidad. La capacidad de valorar el patrimonio es esencial. Si todos trabajáramos sin subvenciones públicas, muy pocos conseguirían sobrevivir. Nosotros estaríamos entre esos supervivientes, porque cuando ofrecemos un concierto en Salzburgo, Boston o Londres ese concierto vale un precio y se paga, y no hay ayudas de por medio.

P. ¿Considera perjudiciales las subvenciones?

R. No las consideraría perjudiciales ni nefastas si fueran justas y equilibradas. El problema es que no tenemos el mismo concepto de justicia en el mundo del arte y la cultura que el que se tiene en el de la industria. Si la Seat, por ejemplo, recibiera una subvención del Estado para fabricar un coche más barato, rápidamente una empresa alemana o francesa lo impugnaría ante el Tribunal de la Competencia. En cambio, esto no pasa con la cultura. Las orquestas nacionales, autonómicas o municipales están subvencionadas prácticamente al ciento por ciento y hacen giras pagadas con dinero público. Nosotros debemos cubrir gastos con lo que nos pagan. Si no existiera ese desequilibrio, no necesitaríamos subvenciones como la que recibe de la Generalitat La Capella Reial de Catalunya, que sirve para que podamos defender nuestro patrimonio, y que no puede competir comercialmente con nombres como Mozart, Vivaldi o Händel.

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