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La imagen de Aznar

José María Aznar (...) ha dado hasta ahora muestras de astucia, eficacia y honradez. Sus detractores inciden en que también es frío y despiadado y en lo poco atractivo de su imagen. Lo que es nuevo es que sus asesores de imagen, pensando en las próximas elecciones generales de dentro de un año, parecen inclinarse por construir un verdadero culto a su personalidad.

En el último congreso del Partido Popular (...), la gran pantalla del salón de sesiones apenas mostraba otra cosa que su rostro. Un ponente tras otro iban expresando su fidelidad al jefe. Pero, paralelamente a aquel ejercicio de adulación, todos los que salían a la tribuna apoyaban con vigor el mensaje que Aznar ha luchado por sacar adelante: el que su partido, lejos de situarse en la trasnochada derecha, tiene que asumir las virtudes del centrismo, versión española de la tercera vía de Tony Blair.

Muchos españoles piensan que esta inyección de personalidad no cuadra mucho con el hombre que antes de llegar a La Moncloa se presentaba más como un buen gestor que como la atractiva personificación del ideal nacional; un hombre que criticó a su predecesor, Felipe González, diciendo que España había tenido ya bastante de carisma; un hombre que argumentaba que fortalecer las instituciones era algo más importante que inflar personalidades. Para Aznar, los españoles no se equivocaban al recelar de ser gobernados por figuras dominantes, como la de Franco —cuatro décadas— o la del mismo González —trece años y medio—. Ya basta, parecía decir Aznar; de paternalismo y machismo en política. (...)

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26 de febrero

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