Indignación
Qué náusea, qué indignación, cuánta repugnancia me produjo la noticia de las vejaciones sufridas por una familia de zíngaros a cargo de siete policías en Madrid (véase EL PAÍS del 20 de febrero). Desearía enviar mi más profundo sentimiento de fraternidad y afecto a las víctimas de tan incalificable atropello.A la par envío mi reconocimiento y mi emocionado respeto al ciudadano anónimo que, ejerciendo como tal, acabó en el calabozo junto a la humilde familia gitana. La reparación moral lograda con la condena de la Audiencia de Madrid no debe hacernos olvidar la obligación de eliminar de nuestros usos lingüísticos la compulsión a atribuir a los gitanos todos los males de nuestra sociedad.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.