La letra de san Isidoro, al mejor postor
La inauguración de Velázquez, una nueva casa de subastas en Madrid hace coincidir tres pujas en una misma semana
"El Estado ejerce su derecho sobre este lote". Ésta es la frase fatídica que teme todo comprador que acude a una subasta: no importa que se haya ofrecido la cantidad más alta, porque el Estado se queda con el derecho a adquirir la obra. Esta misma semana, libreros, coleccionistas y bibliófilos han podido escuchar varias veces esa frase en las tres subastas de libros y manuscritos que se han celebrado en Madrid.A las convocatorias celebradas lunes y martes por las casas Durán (Serrano,12) y Fernando Durán (Lagasca, 7) se ha unido la de una sala nueva en la capital, Velázquez (Velázquez, 15), inaugurada el pasado jueves. Quizá, motivadas por la presencia de un nuevo competidor, todas procuraron ofrecer obras de relieve -varios incunables (libros impresos antes del 1500), primeras ediciones y manuscritos de autores de la talla de Baroja, Neruda, Torrente Ballester o Cela, así como documentos históricos, grabados y mapas-, que suscitaron el interés de los entendidos y también del Estado.
Lorenzo Ruiz Fidalgo, de la sección de valoración y documentación de la Biblioteca Nacional, fue el funcionario que motivó la decepción de los pujadores al ejercer el denominado derecho de tanteo: "Mi presencia está motivada por la Ley de Patrimonio de 1985, según la cual el Estado puede reservarse el derecho sobre la obra una vez que se ha establecido el precio de remate [la cifra más alta que se ofrece en la puja]".
Con este método, esta semana, el Patrimonio Nacional ha aumentado considerablemente. Algunos asistentes a las subastas comentaban en voz baja: "Al Estado le ha tocado la Primitiva". Quizá no sabían que la ley le permite hacer los pagos en tres ejercicios económicos. Esto es, con cargo a un máximo de tres Presupuestos Generales. Además, según Ruiz Fidalgo, en el caso de los libros, es "muy difícil" que se superen los 10 millones de pesetas en una subasta. No obstante, para que sean firmes compras como las de esta semana, se cuenta con un plazo de ocho días para que el ministro de Cultura las ratifique "mediante orden ministerial".
El lunes, en una sesión extraordinaria en la casa Durán, el Estado se adjudicó la mayor parte de los lotes del archivo epistolar de Pío Baroja, con cartas del escritor dirigidas a José García Mercadal, José Raimundo Bartres, Ricardo Baroja y Julio Caro Baroja, en su mayoría fechadas en Madrid. Todos ellos, por un valor que triplicó el precio de salida, aunque la pieza de esta serie que alcanzó la puja más alta fueron los dibujos de Ricardo Baroja para El Dorado, con un precio de salida de 400.000 pesetas, que subió hasta 1,9 millones. También adquirió un incunable de Pedro de Castrovol, impreso en Pamplona entre 1492 y 1499, por 1,3 millones de pesetas, y el Libro de cuentas de la coronación de los Reyes Católicos, con fecha de 1479, por 2,5 millones.
Elena Gallego, de la casa Durán, señala otras obras interesantes que se adjudicaron ese día: una Geographia de Strabonis con fecha de 1480, cuyo precio de remate fue de 650.000 pesetas; la primera edición del primer libro de poemas de Miguel Hernández (225.000 pesetas) y los grabados de Goya de la serie Los caprichos (900.000).
Los vaivenes de cifras no fueron muy fuertes en la casa Fernando Durán, donde la subasta que se celebró fue la habitual de los martes y también porque las piezas tenían precios de salida bajos. Ninguna de ellas superó las 200.000 pesetas en el precio de remate. Eso sí, contaba con numerosas primeras ediciones de autores contemporáneos, de gran interés para los bibliófilos. Una de las curiosidades vendidas, por 3.500 pesetas, fue un ejemplar de la primera edición de Misión de la Universidad, de Ortega y Gasset, en la que figuraba una dedicatoria a la Federación Universitaria Española de Madrid, que desapareció en las siguientes ediciones.
De las tres convocatorias, el libro que alcanzó el precio más alto, seis millones de pesetas, fue el incunable Etimologías, de san Isidoro de Sevilla, impreso en Valencia en 1483, vendido el jueves en la casa de subastas Velázquez.
Sin embargo, el mejor postor sobre la obra de san Isidoro no estuvo en la sala, sino que pujó por escrito antes del inicio de la subasta. (Es habitual que las casas acepten ofertas por correo, fax o por teléfono, aunque en este último caso se hace al mismo tiempo que las pujas en sala). Lo mismo ocurrió con el segundo incunable que vendió esta casa, el Suplementum chronicarum, de Bérgamo, también impreso en Venecia, pero éste en 1492, que llegó a 2,5 millones de pesetas. Una vez más, el jueves, el Estado se hizo, por 1,1 millones de pesetas, con uno de los lotes más esperados por los compradores: el archivo de Ángel Ganivet, con un importante material inédito.
Para Javier Varas, redactor bibliográfico y responsable de administración de la casa Velázquez, la inauguración de ésta fue un éxito rotundo. "El precio medio del lote era de 100.000 pesetas y se han logrado unas ventas del 70% o el 75%", añade.
Para los entendidos, sin embargo, esta casa todavía debe demostrar su valía, porque "en las inauguraciones siempre se ofrecen lotes interesantes y hay que esperar". En todo caso, dicen: "A los compradores nos interesa que haya más sitios a los que acudir".
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