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60 años después...

Las tropas franquistas ocupan el País Vasco en agosto de 1937. Desde octubre de 1936, caída ya Guipúzcoa, muchos vascos habían decidido emprender su huida hacia Francia. La guerra civil (1936-39), definitiva y excluyente entre las dos Españas enfrentadas desde el inicio de su historia contemporánea, obligó a los perdedores en la contienda a vagar por el mundo en busca de un destino que les devolviera el sentido de su existencia. Según un informe firmado en Vichy en junio de 1940, el número de refugiados españoles rondaba el medio millón. Francia se vio desbordada y comenzó a buscar el medio de desembarazarse de parte de esos exiliados. Debían volver a emigrar a otros países. Los únicos que abrieron las puertas, sin condiciones, fueron los países del centro y sur de América. Transcurridos 60 años desde el final de la guerra, una veintena de profesores universitarios, coordinados por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha decidido recordar a todas esas personas ilustres que tuvieron que abandonar su tierra. Cada comunidad autónoma le dará su sesgo propio. El profesor de la Universidad de Deusto José Ángel Asunce propuso hace un año al departamento de Cultura del Ayuntamiento donostiarra organizar un ciclo de conferencias que recordara la labor cultural de "nuestras gentes" durante su etapa en el exilio. Republicanos y nacionalistas La idea caló. A partir de hoy, en doble jornada, comienza en la sala de actividades de la Biblioteca Central de San Sebastián (plaza Constitución), el miniciclo titulado Cultura y exilio donostiarra. Será a las siete y media de la tarde. El profesor de la Universidad del País Vasco (UPV) Xabier Apaolaza situará al público, en su conferencia de hoy, en el contexto socio-cultural del exilio, mientras que el organizador, Ascunce, departirá sobre la cultura del exilio vasco. El plato fuerte llegará el próximo viernes. En la mesa redonda que formarán grandes conocedores de la vida de estos donostiarras, se recordará la labor de Eugenio Imaz, colaborador de los grandes diarios americanos desde su exilio en México, las andanzas como político y escritor del que fuera lehendakari en su destierro de Francia, Jesús María Leizaola, la obra narrativa y ensayística de Miguel Pelay Orozco cuando vivió en Caracas, las aportaciones de los hermanos Estornés Lasa a la cultura desde Venezuela y Chile y la vida del fundador de la editorial Aquelarre, Simón de Otaola, desde tierras mexicanas. "Queremos recuperar la figura de los exiliados, sin distinguir entre los que huyeron por ser nacionalistas o republicanos", señaló ayer el profesor Ascunce. En su opinión, estos últimos habían caído en el olvido frente a aquellos que se significaron por su vocación nacionalista. A lo largo del presente año, otras poblaciones como Hondarribia, Tolosa, Gernika y Lekeitio recordarán a sus desterrados.

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