MONITOS MIRONES
En Río de Janeiro, la foresta está a las puertas de la ciudad. Y puede dar sorpresas. Como la que recibió hace unos días la azafata Christina Coahman en su piso de la calle Fonte Saudade, en el riquísimo barrio de Lagoa. La chica estaba duchándose cuando se dio cuenta horrorizada de que una familia de monitos, llegados de la arboleda, le estaban espiando mientras se duchaba. Ella dio un grito de espanto pero los monos seguían divertidos observándola desnuda. Los residentes del edificio de tres pisos tocaron a rebato en unión del portero, pero los ocho monos se pasearon por los pisos, saltaron alegres sobre las camas y no había cómo echarlos. Al final algunos escaparon por el techo. Otros decidieron salir, como señores, escaleras abajo. Uno de ellos, enfadadillo porque le estropearon su sesión de voyeurismo, le pegó un buen bocado en una mano al portero.- ,
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