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Fondo de Cultura Económica publica la poesía completa de Tomás Segovia

Más de 60 años después de que Tomás Segovia dejara España, la Residencia de Estudiantes hizo ayer justicia a este poeta diferente y raro, al que Bergamín llamó "poeta alemán", albergando la presentación de sus poesías completas, un volumen editado por Fondo de Cultura Económica y titulado Tierra firme, que recoge, en casi 500 páginas, 18 libros escritos a lo largo de 54 años de carrera tranquila y marginal, desde País del cielo o Luz de aquí -"el primero en el que reconocí mi voz"- hasta Noticia natural (1988), Fiel imagen (1993) o Lo inmortal y otros poemas (1995-1997), estos últimos publicados todos en Pre-textos.Poeta "de los márgenes", ensayista "demasiado prolífico", crítico literario, secretario o codirector de revistas como Plural, Vuelta o Revista mexicana de literatura, y traductor de Pavese, Ungaretti, Victor Hugo o Lacan, Tomás Segovia es una mezcla de apátrida total y ciudadano del mundo, un tipo solitario y solidario. Nada amante de generaciones, grupos o cenáculos, Segovia abandonó siendo estudiante una vocación impuesta por su familia (la de médico) para hacerse poeta en México: bajo la sombra protectora de Emilio Prados, "el poeta más marginal del 27" (del que este año se cumple el centenario), y al lado de "otros marginales del gueto del exilio, como Ramón Gaya, Gil Albert o Cernuda".

A los 71 años, Segovia sigue feliz en el margen. Escribe a diario sus poemas sobre el amor, el tiempo y la naturaleza sentado en el café Comercial de Madrid, y no aparece mucho más. Su lema como poeta es "no inventar". "No se me ocurriría escribir un poema sobre algo que no haya visto", dice. "La poesía es el arte más realista que hay", añade.

Un largo periplo

Lo que resulta casi extraño es que este hombre de aspecto extranjero, pelo blanco, ojos pequeños muy vivos y memoria rapidísima escriba en español. Tal vez porque se crió en Francia y llegó a "hablar y escribir mejor en francés que en español". Nacido en Valencia, Segovia cruzó los Pirineos antes de iniciar su largo periplo de hambre, integridad y cultura: Casablanca, México, Uruguay, otra vez París, el DF y, finalmente, España.

Una acuarela suya ilustra la portada del libro; es un síntoma más de lo desconocido y distinto que ha llegado a ser este artista en su presunta patria. "Nunca entendí por qué los otros exiliados, aquel mundo autosatisfecho, seguían escribiendo del Cid y de Castilla... Mis campos eran los de Chapultepec... Aunque Prados me hizo leer todo el 27, y los místicos, también me enseñó mucho de los alemanes, Novalis y Hölderling, sobre todo. Yo, mientras tanto, me empapé con los franceses: era empleado de la librería francesa...". Fue también "mecanógrafo", bibliotecario, profesor en Princeton, mano izquierda de Octavio Paz y Carlos Fuentes... Aunque quizá lo defina mejor este verso: "Siempre pensaste más con el clima que con el pensamiento".

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