El Kurdistán, cerrado a cal y canto
"Si no se mete en ese avión, será detenido". Muy mal deben de estar las cosas en la capital del Kurdistán turco para que a los periodistas extranjeros, acostumbrados a ser seguidos por la policía a todas horas en esa zona, se les niegue el paso. Este enviado especial fue retenido a primera hora de la mañana de ayer en dependencias policiales del aeropuerto de Diyarbakir (a 700 kilómetros al sureste de Ankara) durante 90 minutos y fue obligado a embarcarse después en el mismo avión en el que había viajado desde Ankara. Durante todo ese tiempo fue interrogado por varios agentes, le fue arrebatado el pasaporte y se le impidió ponerse en contacto con la Embajada española en Turquía.Como las quejas planteadas sólo obtenían la callada por respuesta y las amenazas subían de tono, el periodista recordó que entre su documentación de trabajo tenía unas fotos en las que aparecía junto a Suleimán Demirel durante la entrevista que el presidente turco concedió a EL PAÍS hace un año.
El salvoconducto surtió efecto y el reportero fue trasladado a otra dependencia policial, en la terminal de salidas y con una cristalera abierta al público, ante el jefe de la policía del aeropuerto. El mensaje de la conversación con el funcionario fue evidente: "O se mete en ese avión, o queda detenido". Al final, el enviado de EL PAÍS tuvo que volverse a Ankara.
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