Comentarios capciosos
En la edición del 7 de febrero, en la página 8 de Internacional, se publicó una entrevista con la ministra británica para Irlanda del Norte, Marjorie Mowlam, firmada por M. Á. Bastenier. En la misma, el entrevistador se refiere a dicha persona utilizando frases como las que siguen: una señora, más que gruesa, desorganizada de carnes; la cincuentena felizmente llevada, melena hecha de matojos como injertos, que gusta vestir como un ama de casa disfrazada de girl scout. Eso sí, a continuación, un elogio que salva lo anterior: con una cabeza de primer orden; o, más adelante: rechaza un postre haciendo un guiño a una dieta inexistente. Curiosamente, en páginas posteriores se incluía la reproducción de un estupendo capítulo del libro de Sylviane Agacinski Política de sexos, cuya lectura debería ser de obligado cumplimiento para algunos periodistas.No he leído nunca que se refieran en términos parecidos a Helmut Kohl, por ejemplo, cuya "humanidad corporal" es evidente que se presta a ello; ni he leído tampoco nada sobre el problema capilar de Matutes, ni del modo de repeinarse el presidente Aznar. ¿Será, quizá, por ser mujer, Marjorie Mowlam merecedora de más atención?
¡Ya está bien, señores!; muchas mujeres estamos hartas de semejantes comentarios capciosos. ¿A quién le interesa cómo viste esa señora, o cómo se peina? Lo verdaderamente importante en este caso es que está a punto de conseguir un acuerdo de paz en la región. Creo que deberían aprender muchos de ella la indiferencia que demuestra hacia la esclavitud de la imagen.-
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