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Unicef alerta sobre la penosa situación de 200 niños rumanos en Fuencarral

El polígono industrial de Malmea (Fuencarral) se ha convertido desde hace un año en el refugio de un centenar de familias de gitanos rumanos nómadas. Son casi medio millar de personas, 200 de ellos niños sin escolarizar, que malviven en furgonetas y tiendas de campaña, rodeadas por una escombrera.Sólo disponen de una fuente y subsisten con la mendicidad y la venta de revistas de indigentes como La farola y La calle. Sufren enfermedades cutáneas y del aparato digestivo y respiratorio derivadas de su pobreza y entre los niños hay problemas de sarna y piojos. Unicef (organismo de las Naciones Unidas de protección a la infancia) ha alertado al Ayuntamiento de Madrid y al Defensor del Menor sobre las penosas condiciones del campamento.

La concejal presidente de Fuencarral, Beatriz Elorriaga, reconoce que la situación "es muy grave" y explica que está a la espera de que la Delegación del Gobierno le informe sobre la situación legal de estas familias inmigrantes. "Para iniciar con ellos una intervención social tenemos que saber antes quiénes son y si se van a quedar en Madrid", explica. "Hasta ahora han llevado una vida muy nómada por los distritos de Fuencarral, Hortaleza y Tetuán, y en cuanto aparecía la policía se marchaban. Ahora parece que se han asentado", afirma la edil popular. El Defensor del Menor, Javier Urra, asegura que Unicef, Cáritas, Cruz Roja y voluntarios de la zona le han pedido ayuda para conseguir un colegio donde dar clase y comida a los chiquillos de la barriada. "Vamos a hacer lo posible por conseguirlo", afirma.

El barrio de los rumanos está formado por tres campamentos distintos, habitados por clanes diferentes y algunos de ellos enfrentados entre sí, que van desde la M-40 hasta la calle Isla de Java, a lo largo del amino alto del Olivar. Las primeras familias llegaron hace seis años y son las que viven junto a la única fuente. El resto se ha ido asentando a lo largo de los últimos doce meses.

El número de habitantes del núcleo cambia cada semana porque muchos son nómadas que van y vienen de Madrid. La Delegación del Gobierno ha contado un centenar de familias, el 80% procedentes de la localidad rumana de Tenderie. Todas ellas han solicitado el asilo político en España. Lo más probable es que se lo denieguen, como ha sucedido con otros grupos de rumanos, y que acaben quedándose como inmigrantes económicos (con permiso de trabajo y residencia, si obtienen un empleo).

Ion Anton es uno de los habitantes de este asentamiento, formado por personas que, en su mayoría, no sobrepasan los cuarenta años. "En Rumania los gitanos no vivimos bien, así que nos hemos venido porque nos han dicho que aquí se nos trata mejor", explica. "Somos nómadas, pero nos gustaría vivir en España", añade este hombre. PASA A LA PÁGINA 3

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La miseria del poblado agudiza las enfermedades, según los voluntarios

VIENE DE LA PÁGINA 1Cualquiera que llegue al campamento se encuentra en un instante rodeado de niños. Son chavales simpáticos y con buen aspecto, y entre ellos se ven algunas chiquillas vestidas como zíngaras, con pañolones y faldamentos. Pero la mayoría no pueden dejar de rascarse, ya que las penosas condiciones de vida que soportan son campo abonado para la sarna y los piojos.

Elsa e Isabel son dos de las voluntarias que arriman el hombro en la barriada. Los domingos acuden a dar clases de castellano a los niños y otros días acompañan al médico a los enfermos para que no se líen con los trámites. También reparten bolsas de ropa y de comida, con las que no dan abasto.

"Solemos llevarles a las urgencias del hospital de La Paz o al dispensario municipal de La Vaguada, y nos encontramos de todo, desde médicos que les atienden muy bien hasta otros con actitudes racistas", explican. "En medio de esta miseria, la gente sufre tuberculosis, gastroenteritis, infecciones sexuales y otros problemas", añaden. "Y lo peor es que con esta penuria es difícil seguir un tratamiento", concluyen estas voluntarias.

Hace una semana, el Ayuntamiento de Madrid cortó el agua de la única fuente, según denuncia la edil del PSOE Patrocinio de las Heras. Ante las protestas de los afectados volvió a darla.

Los voluntarios sociales que acuden al poblado de Fuencarral destacan que, por ahora, el ambiente en él es tranquilo y hospitalario. También el delegado del Gobierno, Pedro Núñez Morgades, insiste en que por ahora no se ha detectado ningún problema de venta de droga. Pero todos temen que de la miseria se pase a la delincuencia y a la marginalidad, tal y como ha ocurrido en otros asentamientos similares.

Asilo político

Sólo en 1997 cuatro de cada diez solicitantes de asilo político eran gitanos rumanos. Según la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR,) estos grupos escapan de la discriminación que sufren las minorías en países convulsionados como Rumania.

De 1995 a 1998 existió otro campamento de gitanos rumanos en Rivas-Vaciamadrid. Allí vivieron 200 familias hasta que el Ayuntamiento de esta localidad, gobernado por IU y PSOE, ante la creciente tensión que se estaba creando, decidió pagarles dos millones para que se marchasen.

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