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Pasen y vean

"Santa Marta tiene tren pero no tiene tranvía. Si no fuera por las olas, caramba, Santa Marta moriría, caramba". La canción popular viene al pelo, porque el Ministerio de Medio Ambiente, sin pretenderlo, dejó ayer en evidencia al Consell de Zaplana al asegurar que la vuelta del tranvía a la ciudad de Alicante será efímera. Nace este medio de transporte, de acuerdo a un proyecto que el consejero de Obras Públicas ha vendido hasta en los foros internacionales, con sentencia de muerte a plazo fijo: seis meses. Se trata de una prueba piloto, y transcurrido ese tiempo los vagones y las vías serán desmontados y convenientemente empaquetados para realizar más pruebas en otros puntos del país. La experiencia cuesta la friolera de 260 millones, a razón de 1,4 millones de pesetas por día. Algo así como un circo: pasen y vean. No habrá mujeres barbudas ni volatineros, pero en la inauguración está garantizada la presencia de algún que otro prestidigitador, que expertos haylos en esas artes y por estos lares. Porque esto del tranvía de Alicante es, y que me perdone Jesulín por emularlo, como un toro, al que le pegan cuatro capotazos en el ruedo y lo despedazan. Unos aplausos, si el trabajo ha gustado, y a otra cosa. Cuatro meses de molestas obras, seis de prácticas y eso fue todo, amigos. Al menos deberemos agradecer el espectáculo a las autoridades y a los altruistas empresarios que lo financian. En marzo, coincidiendo con la llegada de la primavera, podremos subirnos a los coquetones vagones para disfrutar de un impresionante recorrido de 600 metros de longitud por la playa de El Postiguet. Previsores ellos, han dispuesto hasta tres paradas (una cada 200 metros) por si el viajero se cansa o las piernas se le adormecen. Queda descartado que el viaje incluya un cafelito o zumo de naranja, más que nada porque no da tiempo a consumirlo, pero es probable que en el reverso del billete figure la letra de la tonadilla popular que encabeza esta columna. Para crear ambiente.

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