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Joyas dejadas de la mano de Dios

La mayoría de las piezas de más valor del convento de las Comendadoras se encuentran en la zona de clausura del edificio. Más que por el placer de disfrutarlas, las religiosas optaron por llevarse cuadros y tallas a su territorio para ponerlas a salvo de humedades y goteras. Lo que sí está a la vista del público es el enorme cuadro de Lucas Jordán, fechado en 1696, que preside el altar de la iglesia del convento, abierta al público.La mayor parte de las obras de arte de las Comendadoras datan del siglo XVII. Hay una serie de ocho cuadros que representan la vida de la Virgen, pintados en cobre, procedentes de la escuela de Rubens. De Antonio Cerezo (siglo XVII) se guarda también en la zona de clausura un Cristo y una Inmaculada. Otro pintor con obra en este edificio es Pereda, del que hay un inmenso lienzo con la imagen del apóstol Santiago.

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Los apuros de las Comendadoras

El órgano del convento es otra de las grandes joyas. Es del siglo XVII y firmado por Echevarría. Dicen las monjas que no es muy grande, pero que, según acreditan los expertos, es el mejor de la Comunidad: por su sonido y por su excelente estado de conservación. Otras de las tallas del convento se atribuyen a Alonso Cano. Y las hay realizadas en palo santo, una madera más noble que la caoba. Muchas de estas piezas necesitan ser restauradas.

Pero, sin duda, la pieza preferida para las 20 hermanas es el Niño Montañés, una figurita del siglo XII que nunca ha salido de este convento desde que llegó a él con una religiosa procedente de Burgos en la época de la fundación.

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