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Entrevista:ALMUDENA GRANDES ESCRITORA

"Es repugnante la tiranía física que la sociedad impone a las mujeres"

La escritora Almudena Grandes (Madrid, 1960) desbordó el triunfó con su primera obra Las edades de Lulú, premio La sonrisa vertical en 1989 y un millón de ejemplares vendidos. En diez años, ha publicado cuatro novelas, dos de ellas trasladadas al cine, aunque las películas sólo le interesan para abandonarse en el sofá. La escritora estuvo ayer en Bilbao y presentó su última novela, Atlas de geografía humana (Editorial Tusquets). Pregunta. Steveson decía que los que cuentan historias son seres privilegiados bendecidos por los dioses. Respuesta. Stevenson escribió La isla del tesoro para acostarse con una mujer. Le contaba el cuento al hijo de una viuda de la que estaba enamorado. En aquel tiempo se podía decir eso. Pero ahora, los que contamos historias sólo somos gente con un talento para hacerlo. Sin embargo, es verdad que contar historias es un privilegio cuando eso es lo que te gusta hacer. Escribir es crear un mundo a tu medida y habitarlo. La escritura es un oficio y las ideas geniales siempre me han dado muy poco de sí. P. Su encuentro amoroso con Luis García Montero, Premio Nacional de poesía 1994, no sólo cambió su vida, sino el curso de su última novela, Atlas de Geografía Humana. ¿Cómo incide la vida en su obra? R. La literatura está tejida con el hilo de la vida. Sin embargo, las relaciones entre el escritor y la vida son conflictivas. Para mí, escribir una novela supone tres o cuatro años de trabajar en algo que no existe. Así que escribir una novela es aprender un poco a domar la soledad, porque la grandeza y la miseria de un novelista es la soledad. Yo vivo dos vidas paralelas, la de la novela y la real y hay que mantenerlas separadas. Pero, a veces, se producen confluencias. Cuando yo empecé a pensar en esta novela, tenía una idea determinada sobre el destino de las personas, era más escéptica. Mi vida cambió de una forma radical y yo decidí reflejarlo. P. ¿Escribe sobre lo que conoce o sobre esa otra realidad no vivida, la que se anhela? R. Hay algo fascinante y es que los libros te permiten ser más feliz de lo que eres en la vida. La literatura ofrece la posibilidad de llegar a lugares a los que no puedes llegar jamás. Así que escribo porque siento la necesidad imperiosa de hacerlo, de vivir más. P. Dice que escribe para personas inteligentes. Sus protagonistas son femeninas y sus lectores, mayoritariamente también. R. Elijo mujeres por lo mismo que los escritores hombres eligen hombres, aunque sepa que eso puede volverse en mi contra. Escribir es lanzar una mirada sobre el mundo y lo haces desde tu propia memoria, de lo que tú eres. Yo escribo con todo lo que yo soy y mis protagonistas son femeninas porque estoy absolutamente persuadida de que sólo hay un mundo en el que viven mujeres y hombres. Espero que cuando sea muy vieja la gente se escandalice de lo que hablamos ahora y considere natural que se escriba de mujeres. Muchas veces las escritoras adoptan puntos de vista masculinos o andróginos para dejar de ser sospechosas y eso me parece una pusilanimidad. Y, desde luego, las mujeres me leen más, pero también a Javier Marías y a Pérez Reverte. P. En su última novela se refiere al paso del tiempo y establece los 40 años como el "epicentro de la catástrofe". ¿Qué se debe aprender con el paso del tiempo, para que, como dice, no "pese"? R. Debe servir para conocerse a uno mismo: las limitaciones y virtudes y trazar una estrategia vital inteligente que permita explotar las virtudes y superar las limitaciones. P. Sus problemas con la obesidad forman parte de su vida y de su obra. Lo alude de manera irónica, pero también amarga. ¿Cómo se pueden defender las mujeres, las más afectadas, de esa tiranía social? R. Es muy difícil. El demonio de mi vida ha sido siempre la gordura y por eso sé que es imposible que haya gordos felices y que eso de que la belleza interior es lo importante es una mierda. Todo esto es una especie de bagaje hipócrita, repugnante, de una sociedad volcada en el aspecto físico, incluso de la salud. Son las nuevas tiranías que han venido a sustituir a las políticas. Las arrugas son una condecoración de la vida, porque morirse a los 30 no vale para nada. Es atroz que ocurra esto cuando la única revolución que parecía que iba a triunfar en este siglo era la de las mujeres. P. ¿Cómo es su relación con el cine al trasladar el misterio tan personal de la creación literaria a la pantalla? R. Lo vivo mal. Veo una película mía y veo mucho más de lo que proyectan. Además, el cine es una fuente de historias para mi, las veo sobre todo en casa y cuando no tengo tiempo para leer. Me trago lo que me echen porque el cine me da muy poco. Soy muy poco cinéfila y además, el cine está muy subordinado a la literatura.

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