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Ira general contra el Supremo italiano

Unánime rechazo a la sentencia que asegura que los vaqueros impiden violar sin colaboración de la víctima

El Tribunal Supremo italiano ha conseguido lo que no había logrado hasta ahora ninguna institución en este país: poner de acuerdo a todas las fuerzas políticas. Lo malo es que la unanimidad ha sido de carácter negativo, y no positivo. Ayer, las diputadas de todo el variado arco parlamentario nacional, apoyadas por sus compañeros, hicieron huelga de faldas y se presentaron en el Senado y en la Cámara de Diputados vestidas con modestos pantalones vaqueros para protestar contra la sentencia del Tribunal Supremo que acaba de anular la condena a un presunto violador alegando, como "un dato de probada experiencia", que es imposible abusar de una mujer que viste esta prenda. El razonamiento de la Sala Tercera del alto tribunal viene a ser más o menos así: dado que "los vaqueros no se pueden quitar sin la colaboración de quien los viste", en el caso aludido, y dado que la víctima vestía los citados pantalones, debió darse el consentimiento previo.Desde Alessandra Mussolini, diputada de Alianza Nacional, más bien de rompe y rasga, hasta la muy modosa ministra del Interior, Rosa Russo Jervolino, todas las féminas de la política italiana manifestaron su indignación por una sentencia "indecente", "incivilizada" y "vergonzosa". En la Cámara baja, las diputadas desplegaron pancartas que rezaban Jeans, coartada para el estupro, mientras altas personalidades de la magistratura, como Ettore Gallo, ex presidente del Tribunal Constitucional, criticaba, por lo poco feliz, el texto de la sentencia dada a conocer el miércoles. El primer ministro italiano, Massimo d"Alema, manifestó su solidaridad activa a las parlamentarias, asombrado por el juicio de valor, y no de carácter estrictamente judicial, del Supremo.

En el fragor de la polémica apenas se escucharon ayer las frases de disculpa de Gennaro Tridico, presidente del Supremo, quien defendió la sentencia anulatoria dictada, dijo, en "base a otras pruebas". Según el magistrado, el Supremo optó por anular la condena a dos años y diez meses de prisión contra el presunto violador, llamado Carmine C., al probarse que la presunta víctima invitó a almorzar al presunto agresor horas después de cometido el delito. Todo ocurrió en julio de 1992, cuando la presunta víctima, Rosa (tenía 18 años), intentaba sacarse el carné de conducir en la localidad de Potenza. Según la denuncia de la joven, el instructor de la autoescuela, Carmine C., de 45 años, la convenció para que le acompañara a recoger a otra alumna, pero, una vez en el coche, se dirigió a una zona boscosa de las afueras de la localidad, donde, con amenazas, aunque sin la coacción de las armas, la obligó a mantener una relación sexual. La primera sentencia emitida sobre el caso por el Tribunal de Potenza en 1996 consideró inocente al instructor; la segunda, una vez presentado el caso en el Tribunal de Apelación, lo consideró culpable, aunque con eximentes en el caso, porque el presunto violador sólo fue condenado a dos años y diez meses de prisión. La tercera y definitiva ha dado un resultado inesperado al eximir al culpable de todo delito, además de demostrar nuevamente la importancia del factor humano a la hora de afrontar un caso judicial. El Supremo lo ha tenido ahora muy claro. Si la joven le invitó a comer es que había consentimiento en la relación mantenida. "La sentencia se basa en estos datos, lo de los vaqueros fue citado ad abundiam", explicó ayer Tridico, abrumado por las dimensiones del desastre.

Lo malo es que para entonces el mal estaba ya hecho. La prensa italiana en su totalidad publicaba amplios informes sobre el caso, con condenas generalizadas, como las de la abogada Maria Bernardini de Pace, que calificaba de inquietante una argumentación jurídica "que anula 30 años de lucha feminista". La antropóloga Ida Magli denunciaba exasperada el carácter "machista" de la magistratura y la actriz Franca Rame calificaba de "vergonzoso" el veredicto del Supremo.

La sentencia pasará a la historia, si no por el temido defecto de fondo, por el evidente defecto de forma que contiene. Ni siquiera otros magistrados están dispuestos a defender a los autores del monumental desaguisado. El veterano Ettore Gallo se preguntaba asombrado ante las cámaras del TG-2 (informativo de la segunda cadena de la RAI): "¿De dónde se habrán sacado eso del dato de probada experiencia?". Y es que, si no en el plano judicial, al menos en materia de redacción, los magistrados del Supremo han recibido un suspenso general.

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