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Entrevista:GONZALO SUÁREZ ESCRITOR Y DIRECTOR DE CINE

"Confieso que mi valor es el mucho miedo que me da la realidad"

Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934) creció entre bombas. Para huir de esa única relidad, se zambulló en la biblioteca paterna y viajó a la caza de la ballena blanca y a las minas del rey Salomón. Actor, guionista, director de películas como Remando al viento y prolífico escritor, su última novela es Ciudadano Sade, sobre el famoso marqués, que ayer presentó en Bilbao. Pregunta. En el prólogo de Ciudadano Sade dice que para escribir de Sade ha preferido seguir la peripecia de su "pensamiento excesivo" más que buscar datos. ¿Qué ha hallado? Respuesta. Un pensamiento que se convierte en acción y en realidad paralela. A Sade se le dispara el pensamiento cuando le detienen y se ve encerrado sin poder acometer sus tropelías; todo lo reconvierte en pensamiento, tanto a través de sus libros como de sus delirios personales continuos. No sólo no reinventa la realidad, sino que la distorsiona. Y además incide en su época, porque hay una sincronía entre esta explosión interior y la exterior, como la Revolución francesa y los avatares del siglo XVIII. P. ¿Esa distorsión de la realidad, tiene que ver con la locura? ¿Qué busca Sade con sus excesos? R. Actualmente diríamos que está loco, pero sería una locura muy lógica. Él buscaba la libertad absoluta y obedecer a sus instintos. Consideraba que todo lo que la naturaleza se permitía también podía hacerlo el hombre. Para él no había tabúes, que eran el resultado de la civilización. En su vida, era un libertino muy fogoso, seductor. Anotaba sus perversiones, los azotes, las posiciones. Era un enamoradizo apasionado y celoso. P. Los personajes femeninos de su novela son misteriosos. ¿Por qué amaban de esa manera fiel y desaforada a Sade? R. Son deslumbrantes y extraños en su comportamiento. El enigma de por qué las mujeres se sienten atraídas por Sade y le son fieles hasta el final de sus días no tiene respuesta. Quizá porque uno siente atracción hacia el abismo; cuando te asomas el vértigo te atrae y Sade producía vértigo. Además, es una atracción tan fiel que revela un auténtico amor y disposición al sacrificio por él. Paradójicamente, Sade también debía inspirar a las mujeres una especie de ternura de niño grande y travieso que inspira sentimientos maternales. P. ¿Por qué Sade? R. Me propusieron una posible película sobre Sade y eso me hizo empezar a leerle y a enredar y a partir de ahí escribí la novela. P. ¿Y va a hacer la película? R. Ahora no haría una película sobre Sade. Estoy escribiendo un guión inspirado en un cuento de Manuel Hidalgo. Lo rodaremos en septiembre y se llamará Balada española, un título irónico. Antonio Resines sería el protagonista. P. Su última película fue Mi nombre es sombra, en 1996. ¿Es mucho tiempo? R. Me cuesta por lo menos dos años y un libro también. Elaboro mucho el guión y doy mucha importancia a la preparación. P. Paul Auster, novelista, guionista y ocasionalmente director y actor, un poco como usted, establece una diferencia entre literatura y cine. En la lectura, dice, hay una implicación activa en las palabras, mientras que en el cine el papel es pasivo: nos extasiamos dos horas y después todo se desvanece. R. Estoy de acuerdo con Auster, pero lo que a mí me apetecería es un cine que pudiera tener la misma permanencia en la memoria que una novela porque no es un cine que retrata, sino que escribe con imágenes. El caso de Remando al viento es sorprendente porque después de 13 años me encuentro, donde quiera que vaya y en cualquier país, con gente que recuerda esa película como si la hubiera visto ayer. Las novelas tienen el poder de sugerirnos la película y en el cine te lo dan todo hecho. Pero hay una forma de hacer cine, que es la que me gusta a mí, la que sugiere. El espectador está acostumbrado a ser pasivo. Rechaza generalmente la idea de abandonarse en la butaca y sentir y dejarse navegar por las sensaciones y prefiere las cosas demasiado obvias, lo que da lugar a un cine obvio. P. ¿Tiene usted libertad para hacer el cine que quiere? R. Me he empecinado y lo he hecho. Sí puedo, pero quizá no debo. Si la gente no lo entiende, aunque no entiendo por qué no lo hace, obstinarme en llevar la contraria puede ser estúpido por mi parte. Añoro un cine que ya no se hace, lo que no quita para que haya películas, como La niña de tus ojos, de Trueba, que me gusten. Admiro mucho a Fernando Trueba porque tiene ese talante de los grandes, como [Jean] Renoir, que son amables y hacen las cosas con naturalidad. P. Volviendo al campo de la literatura, ¿cree que los libros ayudan a vivir o están para entretener? R. Para mí es imprescindible idear otra realidad. La realidad a secas sería invivible. Albert Camus decía que sólo a los idiotas les basta la realidad. Prefiero la ficción a la realidad. Eso es lo que me gusta de Sade que atropella la realidad a patadas. Someterse a la realidad me da miedo. Confieso que todo mi valor es el mucho miedo que me da la realidad. La ficción también es real.

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