Ni cazurrerías ni bajezas morales

Tras el cese de la violencia por parte de ETA no es la vida o la muerte lo que está en juego en la confrontación política, sino únicamente problemas de convivencia y responsabilidad. Ello nos permite no tener por qué tolerar ni cazurrerías ni bajezas morales en dicha confrontación. Así terminaba José Ramón Recalde su artículo Ámbitos (EL PAÍS del 9 de febrero).Y efectivamente así debe ser. Uno de los efectos perversos del terrorismo ha sido la desnaturalización del debate político, en el que se han admitido como moneda de curso legal cazurrerías y bajezas morales carentes de todo valor. El discurso no ha tenido valor por su consistencia interna, sino por su remisión a un elemento ajeno al debate político que lo legitimaba.

Ésa ha sido la "aportación" de ETA y HB/EH al debate político. Pero también parcialmente la del PNV, cuyo discurso se ha visto cada vez más influido por el de sus nuevos aliados.

Buena prueba de ello ha sido la reacción de Iñaki Anasagasti a las críticas que se han formulado a la asamblea de municipios celebrada el sábado pasado. Anasagasti ha llegado a decir que la "transición democrática" española había sido una "filfa", ya que era incapaz de digerir el ejercicio de un derecho democrático como el que habían puesto en práctica los alcaldes y concejales nacionalistas con la mencionada asamblea.

Realmente, cuando vi las declaraciones en el telediario de Canal Plus, me quedé atónito. ¿De dónde saca Anasagasti que la democracia española no ha sido capaz de digerir la asamblea de municipios vascos? Lo que ha ocurrido ha sido lo contrario.El Estado español no sólo no ha obstaculizado el ejercicio del derecho por parte de los alcaldes y concejales vascos, sino que ha protegido expresamente el ejercicio de tal derecho. A tal fin las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado detuvieron a Sáenz de Inestrillas y sus secuaces cuando pretendían acudir a Pamplona para entorpecer el desarrollo de la asamblea.

El Gobierno español ha garantizado el ejercicio del derecho de reunión de los alcaldes y concejales vascos como no ha garantizado ese mismo derecho el Gobierno vasco en ningún caso desde su constitución. Cada vez que los ciudadanos vascos se han concentrado para protestar por los crímenes de ETA han tenido que soportar las contra-concentraciones intimidatorias de HB, sin que en ningún caso se hayan visto protegidos en el ejercicio del derecho de reunión por el Gobierno vasco. Lo que HB ha hecho sistemáticamente a lo largo de muchos años es exactamente lo mismo que pretendía hacer Sáenz de Inestrillas el sábado pasado. La diferencia ha consistido en que, mientras el Gobierno vasco permitía que HB obstaculizara el ejercicio de un derecho por los ciudadanos vascos, el Gobierno español no ha permitido que Sáenz de Inestrillas hiciera lo mismo.

Si alguna lección hay que extraer de la asamblea de municipios vascos es que fuera del País Vasco se respetan los derechos fundamentales y se garantiza el ejercicio de los mismos de acuerdo con su contenido constitucionalmente declarado y que el Gobierno español pone todos los medios que la Constitución pone a su disposición para que así sea. Desgraciadamente esto no ocurre en el País Vasco. Si el Gobierno vasco y la policía autónoma hubieran garantizado el ejercicio del derecho de reunión de los ciudadanos vascos frente a HB de la misma manera que el Gobierno de la nación y la Policía Nacional, no nos encontraríamos posiblemente donde nos encontramos.

Lo que ha dicho Iñaki Anasagasti lo podía haber dicho perfectamente Arnaldo Otegi. Es el tipo de discurso al que nos tiene acostumbrados HB/EH. Del PNV cabía esperar algo distinto. ¿O eso era antes de Lizarra?