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EXCURSIONES

PARQUE NATURAL DE LA SUBBÉTICA El hogar del vampiro

Si Bram Stoker hubiera conocido esta gruta, probablemente habría situado la célebre historia de Drácula en Zuheros (Córdoba). Aunque el mito habría cambiado mucho en estos montes -refugio de bandoleros-, el entorno sería idóneo: la cueva de los Murciélagos. Esta Transilvania andaluza, enclavada en el Parque Natural de la Subbética, al sur de Córdoba, ofrece una de las excursiones más interesantes de la zona, ya que aúna los valores naturales y arqueológicos, y resulta ideal para practicar el senderismo en un paraje de bosque mediterráneo, poblado de encinas y quejigos y habitado por jabalíes, buitres leonados y águilas reales. Aun antes de acceder a la gruta, llama la atención del visitante el panorama que se divisa desde el mirador, que permite contemplar toda la provincia de Córdoba, la vecina Sierra Mágina, de Jaén, y hasta los montañas de Sierra Nevada. A la espalda, se pueden observar los picos más altos de Córdoba, con cotas superiores a los 1.400 metros. Una vez franqueada la entrada de la cueva, situada a 980 metros, se encuentra una gran sala central -vestíbulo-, que garantiza el último contacto con la luz del sol. Por delante hay 800 metros de recorrido, 700 escalones -mitad bajada, mitad subida- que llevan al excursionista a las entrañas de la tierra, a unos 60 metros de profundidad (la altura de un edificio de 20 plantas). Los guías recitan las advertencias de rigor, similares a las que preceden las incursiones en los pasajes del terror de los parques de atracciones: "Por favor, si sufren problemas de claustrofobia, cardiacos o de piernas, absténganse de bajar al fondo de la cueva. Una vez iniciado el recorrido, no hay retorno". Tras estas inquietantes palabras, la visita comienza. Las paredes de la gruta, de roca caliza, formaron la cueva a raíz de un movimiento sísmico. En la sala de entrada perviven restos de grabados del Paleolítico Superior (20.000 a. C.), que fueron descubiertos de forma casual el pasado verano, cuando un experto visitó la cavidad. A continuación, se accede al Corredor de las Pinturas, que alberga dibujos neolíticos (alrededor del año 4.000 a. C.). Los antiguos moradores utilizaban esta parte de la gruta como santuario. Raramente bajaban a mayor profundidad, que reservaban para los enterramientos con el expeditivo método de arrojar los cadáveres al fondo. De ahí que en el punto más hondo de la cueva se haya encontrado una necrópolis. Más adelante se abre la Sala de las Formaciones, la más espectacular de la cavidad debido a las alineaciones de estalactitas y estalagmitas. El ascenso empieza pronto. La advertencia no era broma. Atrás ha quedado la fosa común, a la que el visitante no tiene acceso. Poco a poco, las formaciones de piedra dejan de impresionar. Comienzan a llamar la atención los murciélagos que cuelgan del techo, inmersos en pleno periodo de hibernación. Según cuentan, llegó a albergar más de 14.000, pero desde que se abrió al público de forma continuada a principios de la década, los quirópteros han emigrado a las partes mas profundas. Pese a ello, todavía pueden verse algunos. Sobre una de las rocas está dibujado el yugo y las flechas de la falange. El guía aclara que es una herencia del paso de una compañía de soldados franquistas en 1938, que se adentraron por primera vez hasta el fondo de la gruta. Finalmente, y tras superar los 350 escalones de subida, se llega a la salida, distinta de la entrada. En ningún momento del recorrido, que se prolonga durante unos 50 minutos, se pasa dos veces por el mismo sitio. El sol, que vuelve a dar en la cara, despide la visita a la mansión de Drácula. Datos prácticos: Zuheros está a 70 kilómetros de Córdoba. Se llega por la N-432 hasta Baena. Allí se coge el desvío a Zuheros por la C-327. Hay visitas los sábados y los domingos. El resto de la semana para grupos que reserven. Información: 957 69 45 45 / 639 15 78 86.

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