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Resistiendo las inclemencias

El País

Vitoria se convirtió ayer, una vez más, Siberia-Gasteiz y el resto de las capitales del País Vasco y Navarra sufrieron en sus calles y accesos los rigores y las incomodidades de la nieve y el granizo. A pesar de la intensa nevada, el servicio de atestados de la Policía Municipal de la capital alavesa tuvo poco trabajo, dado que los vitorianos no sacan el coche cuando el peligro de colisiones es manifiesto. Apenas se contabilizaron algunas colisiones por alcance y el transporte urbano funcionó con relativa normalidad. A las tres y media de la madrugada del miércoles se puso en funcionamiento el plan municipal de emergencia de nevadas. Así, en un primer momento se utilizaron dos máquinas quitanieves y un esparcidor de sal. Ante la magnitud de la nevada, a las seis de la mañana comenzó la movilización general. De esta forma, a los anteriores vehículos se unieron tres motoniveladoras, dos esparcidoras de sal y un tractor con cuchilla. El efecto de la sal, impidiendo la creación del hielo, posibilitó que se pudiera circular con normalidad por casi todas las calles de la ciudad, aunque la nieve continuó cayendo durante la jornada. En Pamplona, hasta ocho camiones esparcieron más de 50 toneladas de sal por las arterias de la ciudad para paliar los efectos de la nieve y evitar que se convirtiese en hielo. Los servicios de protección ciudadana comenzaron a echar la sal a las dos de la madrugada. Bilbao amaneció repleta de hielo y con los montes que la circundan nevados, informa Cristina Angulo. Los vecinos de los barrios altos como Begoña, Santutxu y San Adrián fueron los que más problemas tuvieron con el hielo. A las ocho de la mañana, las barandillas y farolas del barrio de Begoña se convirtieron en salvavidas -mejor dicho, salvacaídas- para los peatones. Una empleada municipal residente en Begoña aseguró que bajar de su casa al Ayuntamiento fue "una odisea". En la estación de autobuses de la capital vizcaína, numerosos viajeros esperaron inútilmente a los autocares con destino a San Sebastián. El servicio entre ambas ciudades quedó suspendido y el primer autobús, que sale a las seis y media de la mañana de Irún, tardó cuatro horas en recorrer los 120 kilómetros que le separan de Bilbao. Los servicios de autobuses entre Vitoria y Pamplona y San Sebastián-Pamplona también se vieron afectados. Un accidente en la A-8 a la altura de Orio provocado por las placas de hielo afectó a los turismos, autocares y camiones que utilizaron este vial. La autopista A-68 permaneció expedita a pesar de las continuas nevadas. Diez máquinas quitanieves trabajaron sin interrupción en los 56 kilómetros, entre el peaje de Arrigorriaga y Subijana. Los problemas en la capital vizcaína se agudizaron a media mañana cuando cayó una fuerte granizada. Los aleros de la Plaza Moyúa se llenaron de peatones que corrían a refugiarse del granizo como podían. Los peatones que en ese momento cruzaban la pasarela de Calatrava se llevaron también más de un susto por los resbalones. Este puente, que une el Campo Volantín con Uribitarte, permaneció cerrado varias horas desde el inicio de la mañana. Sin embargo, según informó la Policía Municipal, numerosos peatones optaron por retirar las vallas colocadas y arriesgarse a caídas y resbalones sobre el hielo formado en el suelo de cristal del puente. Un total de 19 personas necesitaron ayer atención hospitalaria por caídas originadas por el hielo y la nieve. En Vitoria, doce personas fueron atendidas por fracturas y contusiones en los servicios de urgencia de los hospitales de Santiago y Txagorritxu. En este centro fue también intervenida quirúrgicamente una persona que resultó atropellada en la salida de la autovía de Vitoria-Altube, cuando bajó de su coche a auxiliar a otro conductor cuyo vehículo se había cruzado en la calzada. Otras seis personas requirieron asistencia médica en San Sebastián. En la capital guipuzcoana el temporal de nieve matutino blanqueó las laderas y las playas y causó dificultades de acceso a las zonas altas de la ciudad. Los donostiarras se despertaron viendo caer grandes copos de nieve sobre sus calles y en apenas una hora las laderas de los montes Igeldo, Urgull y Ulía se tornaron blanquecinas. No llegó a cuajar lo suficiente como para hacer esquí de fondo en el Paseo de la Concha, como ocurrió hace algo más de una década, pero se pudo ver cómo la playa cubría sus arena dorada con la nieve y el granizo. Los mayores problemas viarios se registraron en la carretera que da acceso a los centros hospitalarios de la ciudad y enlaza la capital guipuzcoana con poblaciones como Hernani y Astigarraga. La Policía Muncipal y la Ertzaintza se vieron desbordados por los atascos, los cruces de camiones y furgonetas. Y los ciudadanos sintieron la incomunicación. La tormenta de nieve afectó al sistema de teléfonos móviles y provocó el salto de alarmas generalizado en comercios y en oficinas. Las colas de ciudadanos en las paradas de taxis eran interminables. Y quienes recurrieron al teléfono no podían contactar con las centralitas de radio-taxi, colapsadas e incapaces de atender la demanda. Pero los incondicionales del mar no renunciaron ayer a completar su ritual diario del baño en la playa de la Concha.

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