Amigos y entendidos
DE PASADAEl éxito de una buena conferencia reside, entre otros factores ambientales, en que logren abrir las bocas como signo de pasmo. La disertación de Fernando Rodríguez de la Flor, profesor de Literatura en la Universidad de Salamanca, parece reunir los ingredientes esenciales. En su intervención de ayer en la Universidad de Málaga, Rodríguez de la Flor recordó que los tratados de fornicación publicados en España durante el Barroco fueron escritos por eclesiásticos. ¡Válgame Dios! Dijo el profesor que los autores, o sea los eclesiásticos, "penetraban profundamente en la materia". ¡Por los velos de Salomé y los que no usaba Magdalena! "Antes que los médicos, quienes mejor conocieron el sexo y a la mujer fueron, pese al voto de castidad, los sarcedotes". La conferencia, que debió ser un best-seller oral, contradice una pizca a Arturo Pérez-Reverte, que entre muchos reproches históricos, dijo ayer en Sevilla que ni los reyes, ministros, cardenales o políticos han estado a la altura del pueblo "gente buena, valiente, con ganas de hacer cosas". Sin entrar en la realeza y la política, al clero barroco parecían sobrarle voluntades para hacer cosas. Ante un auditorio juvenil, el autor de la saga de Alatriste reivindicó ayer en la Diputación de Sevilla la lectura como la batalla posible. Los libros, subrayó, son "la única trinchera" que permite salvar un panorama cultural desalentador: "Hoy día se están haciendo generaciones de analfabetos, que saben mejor quién fue Lincoln que quién fue Prim". No le gusta el sistema educativo, pero tampoco las adaptaciones cinematográficas de sus obras. Sobre la versión de La tabla de Flandes, soltó: "Sentí una náusea bastante profunda. Fue una auténtica canallada hecha para retrasados mentales de Arkansas". Tal vez Alatriste no abandone el territorio de la imaginación literaria. Su creador, escarmentado de otras experiencias ingratas, no quiere que "manipulen" al personaje. "Alatriste es un amigo mío como Juan [Eslava Galán]; y a un amigo no se le vende ni se le traiciona". El ministro Jaime Mayor Oreja también lo hace. Ayer defendió en el Congreso a sus hombres de las acusaciones sobre la intervención policial contra los inmigrantes, que guardaban cola para acercarse un pelín más a Europa. TEREIXA CONSTENLA
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