"¡Adiós, Hussein, adiós!"
Una "revuelta" de dolor popular por la muerte del rey amenaza con desbordar la calles de Ammán
, Locos de dolor por la muerte del rey Hussein, millares de jordanos irrumpieron ayer al mediodía en las calles de Ammán. Durante horas amenazaron con colapsar la ciudad, sin importarles el aguacero que caía sobre ellos. Los gritos de aflición se convirtieron en un verdadera catarsis ante las puertas de la ciudad sanitaria, cuyos accesos eran firmemente controlados por las fuerzas de seguridad, que intentaban por todos los medios controlar y encauzar esta singular revuelta de amor popular. "¡Adiós rey Hussein, adiós rey Hussein...!", gritaban ayer sin cesar centenares de personas a la entrada del recinto donde se encuentra situado el Hospital Al Hussein, donde minutos antes acababa de fallecer el monarca. Los alaridos ensordecedores de los concentrados se alternaban con plegarias de versículos del Corán o con sollozos entrecortados por una persistente lluvia que cayó durante toda la mañana.
Las fuerzas de seguridad, que custodian desde hace tres días los accesos de la ciudad sanitaria que lleva el nombre del monarca, actuaron en algún momento con contundencia contra los más doloridos, quienes trataban por todos los medios de romper el cinturón de seguridad y correr colina hacia arriba, hasta llegar a los pies del lecho de su soberano.
"Nuestra sangre y nuestro espíritu por nuestro rey", continuaba bramando un grupo de jóvenes escolares, subidos en las ramas de un árbol, al tiempo que agitaban en el agua y en el aire una bandera, roja, verde, blanca y negra de Jordania. A sus pies, pisoteando el césped un grupo de mujeres trataba de consolar a una joven escolar, quien entre sollozos repetía, "era mi padre, era mi padre". Las muestras de dolor, que se acentuaban cada vez que se acercaba al escenario una cámara de televisión, amenazaron con colapsar el centro de la ciudad, donde se formaron espontáneamente manifestaciones de hombres llevando pancartas y retratos del rey, al tiempo que gritaban entremezcladas consignas religiosas y políticas.
La explosión de dolor no ha sorprendido al Gobierno. Desde hace varios días altos funcionarios venían vaticinando en voz baja estos incidentes y aseguraban que lo que más temían era que las manifestaciones pudieran convertirse en algaradas, desbordando a las fuerzas de seguridad y provocando el desorden, "sobre todo en un momento que todo el mundo nos está mirando". Para muchos de los responsables de Ammán aún permanece vivo el recuerdo del entierro tumultuoso del presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, en 1970, que ocasionó un síncope en El Cairo y ocasionó decenas de muertos, la mayoría de ellos por aplastamiento.
La televisión estatal jordana ha anunciado ya a los periodistas que no difundirá en directo muchas de las secuencias del entierro, ni lo hará de manera prolongada, evitando de esta manera caldear los sentimientos de los ciudadanos, sobre todo cuando en la ciudad se concentrarán más de cincuenta jefes de Estado y de Gobierno.
Cinta negra
"La muestra del dolor públicamente expresada por la muerte de un ser querido es una expresión cultural del mundo árabe", aseguraba ayer un aprendiz de antropólogo, mientras mostraba orgulloso una cinta negra prendida en la solapa de su chaqueta, un ejemplo de dolor que al parecer se ha convertido en obligatorio para los empleados de los grandes establecimientos públicos. El 85% de la población de Jordania, tiene menos de 45 años de edad por lo que durante toda su vida sólo ha conocido como único soberano al rey Hussein. Ésta es una de las razones que explican este sentimiento de abandono, soledad y angustia que, mezclado con el dolor, se convierte en un alarido, justificaban los sociólogos locales.
Ayer la eclosión de congoja quedó finalmente diluida por la lluvia y Ammán recuperó así por la noche la tranquilidad y su característico aburrimiento cotidiano. Pero todos se preguntan qué pasará hoy en la capital jordana, cuando las puertas de los comercios queden clausuradas por cuatro días de luto civil -el duelo religioso dura 40 días- y más de un millón de personas salga a la calle para dar el último adiós al rey Hussein.
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