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Entrevista:ANDALUCÍA, SIGLO XXI

"Suscité odios tremendos en Córdoba por no involucrarme en su sociedad"

CARLOS CASTILLA DEL PINOPSIQUIATRA Al hablar de psiquiatría en la España de las últimas décadas siempre surge un nombre inevitable: Carlos Castilla del Pino. Sus obras en este campo de la medicina consolidaron su fama. Castilla del Pino demostró en 1997 ser, además, un escritor de primera fila con la publicación de Pretérito imperfecto, un extraordinario libro de memorias.Pregunta. ¿Cuándo publicará la segunda parte de sus memorias? Respuesta. No lo sé. Estoy tomando muchas notas sobre el asunto. Pero tengo entre manos otras cosas de carácter profesional que me urgen. Mientras tanto, lo que hago es tomar notas. La segunda parte de las memorias transcurrirá entre 1949 y supongo que el presente. El franquismo puede ser interesante como testimonio de una persona que lo ha vivido de arriba abajo. P. En sus memorias habla del miedo que existía en su medio social cuando usted era niño a caer en la pobreza. ¿Cree usted que esto sigue vivo en Andalucía? R. Creo que no. Los de mi generación hemos sido educados en el ahorro y en el horror a la vejez, con esa idea de que si se ha dilapidado el dinero o se ha vivido con demasiada ostentación, el día de mañana no se tendrá para comer. Tengo verdadero horror a la miseria. Este miedo ha desaparecido porque la sociedad capitalista moderna se ha encargado de ello. Y entonces están los fondos de inversión, los fondos de pensiones... Recuerdo que a los cinco o seis años de edad mi padre me abrió una cartilla de ahorro en Correos. En esa época había un temor enorme al descenso del nivel social. Eso ya ocurría en los tiempos de Galdós. Eran las personas de esa burguesía vergonzante que no podían veranear y cerraban a cal y canto sus balcones para que la gente creyera que estaban en San Sebastián. Recuerdo cómo una señora de cierto abolengo fue un día a mi casa a pedirle a mi madre 10 céntimos. Esto ocurrió hacia 1929 o 1930. Ver a aquella señora en esas circunstancias era una cosa muy patética. P. Algunas personas de su familia se sentían como de un grupo superior. Eran una especie de hidalgos de ciudad pequeña en medio de una sociedad pobre. R. Nosotros teníamos un código del cual se encargaban las tres hermanas de mi padre. Ellas eran las encargadas de mantener la llama del código de los Castilla. Ellas decían: "Un Castilla no puede hacer eso; un Castilla no puede hacer lo otro". P. Usted tenía un tío que no salía nunca de su habitación. ¿Quedan personajes así hoy en día? R. Una persona como mi tío Antonio se puede dar también hoy en día. Mi madre decía que el tío Antonio era normal, pero que era un vago. Yo le contestaba que cómo podía ser normal una persona que llevaba 30 años metido en su habitación. Pero es que mi tío Antonio ni siquiera leía el periódico local en su habitación. ¿Qué hacía allí este hombre? P. En Andalucía ha habido enfermedades que se han cebado más con la población por causa de la pobreza. Por ejemplo, la lepra. ¿Es esto extensible a la salud mental? R. No. De todas formas, la lepra es una enfermedad que no está conectada necesariamente con el subdesarrollo. Cuando llegué a Córdoba en 1949, había un hambre espantosa y terrible. Había pelagra, escorbuto... P. Sorprende que un profesional de primera fila no resida en una gran capital. ¿Por qué vive en Córdoba? R. A mí nunca me ha gustado la gran ciudad. Me gusta la ciudad intermedia, la capital de provincia. Me gusta porque yo, además, no me involucro en la sociedad de esa ciudad intermedia. Córdoba tiene ahora más de 300.000 habitantes y ya no es una ciudad intermedia. Es una ciudad grande. Y, por tanto, esto ya no rige para lo que digo. Pero cuando yo llegué a Córdoba había 100.000 o 150.000 habitantes. La Córdoba dominante la constituían unas 8.000 personas. Yo nunca me he sentido cordobesista. Conocía Córdoba en todas sus capas sociales. Conocía a la gente de clase media y de clase elevada a través de mi consulta privada y a la clase obrera y la clase menesterosa en el dispensario. Pero a mí no me interesaba eso de involucrarme como hermano mayor de la cofradía de no sé cuantos o como miembro de la directiva del circulo de no sé qué... Eso no era lo mío. P. Mucha gente de Córdoba le tenía que odiar por eso. R. Sí. Eso suscitaba odios tremendos. Sobre todo en el franquismo. Porque entonces ligaban mi actitud con que yo era rojo y que, por eso, trataba con desprecio a ese tipo de sociedad. A mí no me gusta esa vida provinciana, la vida que describe Clarín en el Oviedo de La Regenta. P. Córdoba tiene fama de ciudad hermética, cerrada, ensimismada en su glorioso pasado. ¿Es esto cierto? R. Eso ha pasado un poco. Eso ocurría cuando vine aquí hace 50 años. Hoy ya no. Haga una encuesta en la calle. El chico de 17 años que ha nacido en Córdoba tiene un padre que ha nacido en Málaga o Pamplona porque vino aquí de ingeniero, de profesor o de lo que fuera. Hace 50 años España era totalmente distinta. Aquí venía un enfermo y yo por el apellido le adivinaba de dónde era. Esto revelaba la situación de endogamia que había. P. A Baroja nunca le interesó mucho Andalucía. Sin embargo, eligió Córdoba como escenario de una de sus novelas, La feria de los discretos. La describe como una ciudad sin vigor, nostálgica de su pasado. R. Yo he conocido los restos de La feria de los discretos. La Córdoba que describe Baroja es la de 1909. Es la que yo conocí porque en aquella época una ciudad no cambiaba en 40 años. Hoy en día no es así. Los 20 años últimos han sido decisivos para las ciudades españolas. P. Usted forma parte de la comisión Sociedad Incluyente del Foro Andalucía Nuevo Siglo. ¿Qué opina de esta iniciativa? R. Yo no he sido un protagonista destacado en estos foros porque se han debatido problemas en los cuales no me he sentido muy vinculado. Pienso que los problemas de hoy tienen que estar planteados en una dimensión técnica. Porque para analizar cualquier problema de hoy -por ejemplo, la industria editorial en Andalucía- hace falta alguien que conozca, en este caso, el mundo de la empresa editorial. Hoy en día ya no se trata de que uno sea más o menos listillo para efectuar una labor de este tipo. Creo que el foro puede haber servido para dos cosas. En primer lugar, para llamar la atención sobre muchos de los problemas que Andalucía tiene sin resolver. En segundo lugar, para contribuir a la descentralización de Andalucía.

"Los de mi generación hemos sido educados en el ahorro y en el horror a la vejez"

Carlos Castilla del Pino Nació en San Roque (Cádiz) en 1922. Doctor en Medicina por la Universidad Complutense. Catedrático de Psiquiatría. Dirigió durante 37 años el Dispensario de Psiquiatría de Córdoba.

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