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Una iglesia juradera

Si se le pregunta a cualquier vizcaíno qué lugar es de visita obligada en la comarca del Txoriherri, responderá sin dilación que las instalaciones del Athletic en Lezama. Media docena de campos de fútbol y unos chavales en pantalón corto chutando una pelota son suficientes para levantar oleadas de aficionados que intentan ver de cerca a sus ídolos. Pero ésta es una historia reciente. Durante siglos, el lugar de referencia por excelencia de este valle era la iglesia de los santos Celedonio y Emeterio de Goikolexea, ahora un barrio del municipio de Larrabetzu, del que fue su primera parroquia, y que cuenta con joyas inimaginables en ese enclave si antes no se bucea en su historia. Pero quien tuvo, retuvo, que se dice, y Goikolexea, a pesar de su reciente olvido, ha seguido manteniendo en sus obras la clase que le caracterizó en la Edad Media. La última, paralela a su restauración más reciente, es la construcción de su nuevo cementerio, que ha sustituido por completo al antiguo tanto en la forma como en el fondo. Ya desde el siglo XI, se tiene constancia de enterramientos en esta zona, como muestran las dos lápidas con motivos ajedrezados, de estilo románico, que hoy día forman parte del pavimento del pórtico. Pero el que tiene verdadero interés para los curiosos es el actual cementerio de Goikolexea, ideado por Rafael Mentxaka. En un principio, hubo sus más y sus menos entre los vecinos del barrio. No sólo los dueños de panteones y tumbas particulares eran los más reacios a una transformación radical del cementerio, sino que otros vecinos no veían claro un cambio tan drástico en un asunto tan delicado. El nombre del caserío Vencidas todas las reticencias, el proyecto se llevó a cabo tal y como ahora se puede ver junto a la iglesia de los santos Celedonio y Emeterio. En la actualidad, todo el camposanto es una campa de césped tan bueno como el de Lezama y las paredes están cubiertas de cuidados nichos de madera, identificados por el nombre del caserío al que pertenecen. Un cementerio verdaderamente democrático, como la muerte, en el que todos los vecinos son iguales. Ésta ha sido la última construcción en este barrio eminentemente rural, rodeado de bosques y prados, caserios dispersos, el río Aretxabalgane discurriendo por el valle, con la cumbre del Bizkargi como altura principal, atalaya natural de esta zona. Hasta aquí llegaban durante siglos los monarcas castellanos, en lo que era una de las cuatro etapas de su ruta juradera como señores de Vizcaya. Comenzaban por realizar este acto de respeto al pueblo vizcaíno a las puertas de Bilbao. De ahí seguían hasta Goikolexea, desde donde iban al árbol de Gernika para terminar en la iglesia de Santa Eufemia de Bermeo. Los Reyes Católicos fueron los últimos monarcas a los que se les vio por allí, y por el resto de los lugares juraderos. Carlos I ya cumplió el requisito con el envío de un privilegio que se leía en las Juntas Generales del Señorío. Dada la importancia que tuvo este templo no es de extrañar la riqueza de su retablo y la categoría artística de sus hasta hace poco desconocidas pinturas murales. Quién podría decir que en una iglesia ubicada en un lugar tan poco notorio como Goikolexea se pudiera encontrar un retablo de estilo hispano-flamenco, auténtica joya tanto por la maestría de su ejecución como por el naturalismo y el expresionismo de sus imágenes. El retablo fue tallado casi con toda seguridad en Flandes y traído ex profeso al templo de Goikolexea, lo que muestra las buenas relaciones comerciales que existían entre el País Vasco y los Países Bajos a través de la Casa de Contratación de Brujas. Si este retablo es uno de los orgullos que exhibían los vecinos de Goikolexea a quien visitara su templo, desde hace casi un par de lustros tienen otra joya tan o más importante, descubierta casualmente en las últimas obras de restauración de la iglesia juradera.Mientras los obreros estaban retirando las gruesas capas de revoques y encalados, se encontraron de repente en la pared sur con la pintura de un caballero tocado a la usanza medieval montando un animal difícilmente identificable en aquellos momentos de sorpresa, como recuerda María Teresa de Urkullu Polo en su monografía dedicada a la restauración de las pinturas. Inmediatamente, puestos en conocimiento del hallazgo los responsables de la Diputación, se comenzó con la recuperación de lo posible de aquellos frescos. Y a medida que se iban levantando las capas de cal se descubría que lo que había vestido en un principio las paredes de la iglesia era una representación de los pecados capitales dirigiéndose hacia la boca abierta del Leviatán empujados por demonios. Los restos que hoy se han podido recuperar dan la impresión de que las pinturas continuaban por el ábside, lo que resulta inusitado, ya que este lugar estaba reservado generalmente para las representaciones sagradas. San Gregorio Magno Hay que recurrir a la manida cita de San Gregorio Magno -"las imágenes han de emplearse en los templos para que los iletrados puedan aprender en los muros lo que no pueden leer en los libros"- para entender esta tétrica representación que dejaría más que prevenidos a los vecinos de Larrabetzu de los males que traía la comisión de alguno de los siete pecados capitales. Esta representación de las tentaciones en forma de figuras humanas cabalgando animales había llegado a Goikolexea desde Francia, en un momento en que los Pirineos no son frontera ni política ni geográfica. La primera de las que se conservan representa a la Soberbia, cabalgando sobre un león y vestida con calzas ajustadas, jaquetas cortas y zapatos puntiagudos. La segunda, a la Envidia, en este caso, sobre un perro. La progresión se interrumpe hasta llegar a las últimas figuras conservadas: se trata de un ángel y de San Cristóbal, santo cuya contemplación se consideraba como una garantía contra el más terrible de los males: la muerte. Los fieles actuales de Goikolexea no sólo tienen la confianza en la imagen de San Cristóbal. También cuentan con un cementerio sin igual en el que reposen sus restos y los de sus familiares. Un camposanto democrático que mantiene los nombres de los caseríos, la memoria de un barrio en otro tiempo lugar de visita obligada para los reyes de Castilla.

Datos prácticos

Cómo llegar: El barrio de Goikolexea de Larrabetzu se encuentra en la carretera que une esta localidad con las poblaciones de Morga, Fruniz o Errigoiti. Para llegar hasta Larrabetzu desde Bilbao, hay que tomar la N-634 o la A-8. Estas mismas vías son las que hay que coger si se llega desde San Sebastián. Desde Vitoria, por la N-240 y tras pasar por el puerto de Barazar, se llega al conocido Cruce del Gallo. Alojamiento: En la cercana Lezama se encuentran dos establecimientos de agroturismo: Labakoetxe (tel. 94 4555058) y Matsa (94 4556086). Ya en Errigoiti se puede acudir a otras dos casas de turismo rural: una, en el barrio de Elexalde, Elizetxe (94 6256194); la otra, en el barrio Madalen, Madalen Aurrekoa (94 6254631). Otras casas de agroturismo cercanas: en Mungía, Borkalene (94 6155083) y Loba-Zarre (94 6743522). En Gernika hay dos hoteles: Gernika (94 6254948) y Boliña (94 6250300). Comer: En Larrabetzu tiene fama el Anka palu (94 4558197) por sus alubias y sus chuletas. En Lezama, a la sombra de las instalaciones deportivas del Athletic, hay varios buenos locales, como el Dañobeitia (94 4556265), el Jan-toki (94 4556102), el Guria (94 4556052), el On-egin (94 4556394) o el Lejarrene (94 4556546).

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