_
_
_
_

La cumbre de Davos concluye sin prestar atención a la crisis del país latinoamericano

Dirigentes económicos y políticos cerraron ayer las sesiones del Foro Económico Mundial sin avanzar en la definición de un "rostro humano" para la universalización económica. Además, el último episodio de la crisis financiera internacional, el de Brasil, apenas ha estado presente en unos debates caracterizados por la euforia, como si apenas fuera a tener consecuencias. Tuvo que ser el conocido especulador George Soros quien pusiera un contrapunto al clima reinante calificando de "pura retórica" las discusiones del Foro sobre las consecuencias sociales de la mundialización.

Más información
Globalización con corazón

A pesar de la categoría de los asistentes, pomposamente destacada por el presidente del Foro, Klaus Schwab, las sesiones de esta última reunión no se centraron en analizar los efectos de la crisis financiera. Los latinoamericanos deambularon por las salas de reuniones sin conseguir atraer el interés de la concurrencia, más ocupada en destacar el carácter irreversible de la mundialización -de la que los presentes encarnan la cara triunfadora-, en contemplar entusiasmada las megafusiones que dominan el panorama empresarial europeo y norteamericano y en lanzar hurras al euro. La ausencia de efectos graves de la crisis brasileña sobre las bolsas mundiales y el sistema financiero contribuyó en gran medida a esa atmósfera de optimismo. Incluso Soros se apuntó a ella, al pronosticar un debilitamiento de la tormenta financiera, que cree que perderá fuerza a medida que pase el tiempo, siempre y cuando se intervenga rápido en Brasil.Sí emergió en las reuniones el que será uno de los asuntos claves, las disputas comerciales entre Estados Unidos y sus socios europeos y japoneses. La delegación estadounidense, encabezada por el vicepresidente, Al Gore, y el secretario del Tesoro, Robert Rubin, dejó bien claro que la negociación sobre barreras comerciales es una de sus primeras preocupaciones. Para los próximos meses se anuncia un calentamiento de las relaciones entre las tres potencias. En el caso de Europa y Estados Unidos el tema del plátano ya mantiene los ánimos tensos, sobre todo en referencia a los asuntos agrícolas: subvenciones europeas y biotecnología, tal y como adelantó Gore.

Uno de los asuntos sobre los que Davos aportó algo de luz es la clarificación de las diferencias más generales entre Europa y EEUU. Mientras los gobiernos europeos, especialmente Francia y Alemania, apuestan por políticas activas de estímulo del crecimiento y reclaman una mayor cooperación internacional para aportar estabilidad al sistema financiero, los estadounidenses quieren dejarlo casi todo a las fuerzas del mercado y a la solidez de las políticas fiscal y presupuestaria de ámbito nacional. Rubin, durante su intervención, descartó las pocas propuestas concretas que se han puesto sobre la mesa para la creación de la llamada nueva arquitectura financiera internacional, y se limitó a mostrar su apoyo a las políticas seguidas hasta ahora por el Fondo Monetario Internacional (FMI). En este debate, curiosamente, el insaciable Soros se situó del lado europeo, mientras que el presidente del Banco Central Europeo, Wim Duisenberg, se alineó con las propuestas más ortodoxas del Tesoro de EEUU. En cualquier caso, ayer el canciller alemán, Gerhard Schröder, se mostró optimista sobre la posibilidad de convencer al otro lado, aunque reconoció que llevará tiempo.

Algunos representantes de sindicatos presentes en las jornadas manifestaron sus buenas relaciones con el Banco Mundial, pero cargaron contra el FMI, al que calificaron de "refugio de neoliberales". Como viene siendo norma, el FMI recibió una buena ración de críticas, algunas ya conocidas, como la del economista Jeffry Sachs o Soros, y de países del sudeste asiático.

El contrapunto a la idílica visión de empresarios y políticos vino del lado de los académicos y de los estrategas de grandes instituciones financieras. Para estos, las bolsas de los mercados desarrollados están aprovechando la masiva llegada de capitales desde los ahora considerados poco seguros mercados emergentes y están alcanzando máximos insostenibles. Para muchos analistas, el peligro que se cierne sobre la economía mundial es que esta burbuja estalle y golpee la demanda interna de esos países, especialmente Estados Unidos.

La preocupación crece si se suma a lo anterior la manifiesta situación de sobreproducción, es decir una oferta que supera claramente a la demanda, en importantes sectores de la economía. Según los expertos, esta tendencia podría agravarse cuando muchas multinacionales pongan en funcionamiento factorías, ya en construcción, en mercados de países emergentes.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_