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Unos 40 estudiantes prestan un servicio tutelado en el hospital de animales de Córdoba El resto de los alumnos de veterinaria utilizan las instalaciones para hacer prácticas

A. FERNÁNDEZ, Córdoba El nuevo Hospital Veterinario de la Universidad de Córdoba tiene de todo. Es igual que una clínica para personas pero con la única diferencia de que sus residentes son animales. Urgencias, consultas externas, quirófanos, UCI y zona de hospitalización. 24 horas de servicio, 365 días al año. La clínica cuenta con consultas especializadas que abarcan todas las ramas médicas: oftalmología, traumatología, neurología, dermatología o digestivo son algunos ejemplos. Todo ello asistido por el departamento de análisis clínicos o el de rayos X. Que la perra se queda embarazada, pues se le hace una ecografía; que tiene cataratas, se le operan; dolencias estomacales, una endoscopia... El hospital está dividido en dos unidades. La de animales pequeños con 40 plazas de hospitalización y la de animales grandes dotada con 24 boxes (cuatro de ellos de aislamiento para enfermedades contagiosas). Y todo al servicio de una doble finalidad: la investigación y las prácticas de los alumnos. La participación de los estudiantes está aún empezando ya que la clínica apenas si lleva abierta tres meses. Pese a ello ya son varias las asignaturas que realizan las prácticas en el centro, sobre todo las de los cursos superiores, donde las materias teóricas ceden espacio al contacto directo con los animales. Además de las horas prácticas correspondientes a cada curso, los alumnos de 4º y 5º pueden, voluntariamente, optar a un puesto de estudiante interno, lo que supone prestar un servicio tutelado en el hospital de forma continuada. El número de plazas en este régimen se ha limitado a 36, menos de las que quisieran los alumnos. Finalmente los puestos se han adjudicado atendiendo al expediente académico de los solicitantes. "Ha sido difícil entrar, esperemos que sirva para algo", comenta una de las alumnas. Después explica los turnos en que están organizados: uno de mañana (8:00 a 14:00), otro de tarde (14:00 a 20:00) y el de noche (20:00 a 8:00), a razón de dos por semana por cada alumno. Cuando se le pregunta cuánto cobran se le escapa una sonrisa. De dinero nada, pero asegura que da por bien empleado su tiempo ya que espera aprender mucho. Por ejemplo que el alzhéimer está haciendo destrozos entre perros y gatos. Tarifas de la calle Otro estudiante no lo ve tan claro: "Yo no me entero muy bien de cómo va la cosa, la verdad es que hasta ahora no hay muchos animales, es que cobran muy caro", dice. Eduardo Villaseca, director de la Corporación Industrial de la Universidad, gestora del hospital, explica el por qué de los precios elevados: "No somos caros, son las tarifas que hay en la calle. Nos movemos con dinero público y no sería lícito utilizar nuestros medios para reventar el mercado. No podemos dejar sin clientela a todos los veterinarios de la región", argumenta al tiempo que recuerda los objetivos del centro: investigación y docencia. Pero a pesar de todo, los clientes que se acercan comienzan a dejar las primeras anécdotas de este hospital para recuerdo de alumnos y profesores: "Lo siento doctor pero de aquí no me muevo". Y no se movió. Estas fueron las palabras de un cliente que tuvo que ingresar a su perro en el centro. Según explica Eduardo Villaseca, gestor de la clínica, ante la insistencia del hombre, hubo que ponerle una silla al lado de la jaula de la mascota. En ella pasó el par de días que el can estuvo internado.

Los perros no están locos

Uno de los servicios novedosos del hospital es el de etología, algo así como psiquiatría para animales cuyo departamento dirige Rocío López. Sobre el caso de Palma de Mallorca en el que un perro mató a un niño de cuatro años, lo primero que puntualiza López es que el perro es un dogo argentino y no un pit bull, como se ha dicho. La doctora explica que este comportamiento no es inusual en razas como esta, ya que son animales de presa destinados a cacería. Por ello asegura que hay que tener un cuidado extremo con estos perros y con otros similares como pit bull o dóberman. Nunca deben estar fuera de control y siempre lejos de los niños, que pueden ser confundidos con una presa.

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