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"Bertsos" de hola y adiós

Mikel Ormazabal

No se sabe de acuerdo con qué rigor científico, porque es lo de menos según los organizadores, toda la familia del bertsolarismo se citó este sábado en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián para tender un puente entre dos siglos y dos milenios en el marco del tradicional Bertso Eguna (Día del verso), concebido este año como un ejercicio de autoevaluación y mirada interior de este arte retórico y poético, tan ocurrente como improvisado. El caso es que una representación de bertsolaris escogida por invitación de Euskal Herriko Bertsozale Elkartea, la asociación del bertsolarismo vasco, ingenió este pasado fin de semana una puesta de escena a salto entre la despedida y la bienvenida. Fue un recital para el adiós a un siglo y el hola al siguiente, y es por ello por lo que se mezclaron acertada pero desordenadamente, por mor de la improvisación, los recuerdos y las esperanzas. El Bertso Eguna que se celebra desde 1968 nació como una fiesta de homenaje sin más, aunque aquel año el mítico Manuel Uztapide honró con su irrepetible presencia y fue una fiesta. Desde entonces, el pasado fue construyéndose así, con destellos festivos, durante tres décadas más, hasta que el veterano bertsolari Manuel Lasarte recordó este sábado la figura de aquél, con quien de joven litigó entre acaloramientos dialécticos en numerosas ocasiones. Por eso, Lasarte aprovechó su intervención primera para rememorar los intercambios de estrofas con Uztapide, y cerró la serie cediendo el testigo a la última generación de bertsolaris llamados a sucederle. Los herederos de Lasarte aceptaron el reto sin pestañear. En el escenario se acomodaron Andoni Egaña, Imanol Lazkano, Joxe Agirre, Eztitsu Arozena, Jon Azpillaga, Oihane Perea, Igor Elortza, Txomin Ezponda, Jon Sarasua, Xabier Amuriza, Jon Maia y Anjel Mari Peñagarikano. Una miscelánea edades, procedencias y estilos. Saludaron para romper el frío un representante de cada región y provincia, siendo concluyente el remate al verso que ideó el veterano Xabier Amuriza, quien dijo: "Estamos orgullosos y muy satisfechos de lo que hemos hecho [los bertsolaris] durante este siglo". Al hilo de esta temática secular, Jon Sarasua y Andoni Egaña enhebraron la siguiente escena cuando les inquirieron sobre sus planes durante la última Nochevieja del siglo. El primero animó al segundo a emplear ese día cantando bertsos en el monte, a lo que respondió el segundo que él prefería invertir la ocasión quedándose postrado en la cama. Las incursiones políticas, tan habituales en estas reuniones de la cultura vasca, afloraron cuando Azpillaga proclamó que los vascos "no estamos contra nadie, sólo nos importa ser libres". Uno de los episodios más enternecedores del recital sucedió cuando salieron a la palestra Jon Enbeita y su hija Oihane y entonaron ambos los versos con unas melodías dispares por derroteros sentimentales referidos a la historia y los deseos del bertsolarismo. Fue el anticipo y antesala de un cierre sorpresivo a la par que original. Los dantzaris (bailarines) del grupo Aukeran, dirigido por Edu Muruamendiaraz, presentaron una coreografía singular mientras el micrófono recogía la despedida escalonada de los bertsolaris. El año que viene el Bertso Eguna será otra historia de otro siglo, ¿de otro milenio?.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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