Visiones alteradas
JOSU BILBAO FULLAONDO En el Museo Gustavo de Maeztu de Estella (Navarra) se inaugura este próximo viernes una exposición colectiva que bajo el nombre del "Espacio testimoniado" abre puertas para una reflexión sobre el concepto de lo que se representa de verdad en la obra fotográfica. Es un tema planteado con frecuencia que no encuentra una respuesta unánime. Mucho menos cuando se trata de un sistema de reproducción que siempre ha pasado como una forma ejemplar de registrar la realidad porque se suponía que ofrecía una visión inalterada (objetiva) de un hecho acontecido. Por otro lado sabemos que los artistas contemporáneos no dudan en recurrir a este medio de expresión para crear sus propios territorios plásticos, un mundo inventado mentalmente que participa de la solvencia de veracidad que tiene la disciplina. Llegado a este extremo surgen las dudas y con ellas la pregunta: ¿que aspecto de la realidad se pone de manifiesto en la fotografía?. Como ejemplos, que incentivan estas cavilaciones sobre la sustracción de aspectos de realidad para construir sobre ellos un mundo de subjetividades personales, las salas temporales del museo que dirige Camino Paredes acogen ocho trabajos verdaderamente ilustrativos. Provienen todos ellos de los fondos que posee la Fundación Ordoñez- Falcón de Fotografía con la que tienen establecido un acuerdo de colaboración anual. La selección para la ocasión ha sido realizada por Regis Durand, Director del Centro Nacional de Fotografía de París, y los propios responsables de la entidad prestadora que actúan a su vez de comisarios. Las obras, de formato grande, pertenecen a siete autores de prestigio internacional de los que tres son mujeres y entre ellas está la única española de los seleccionados. La catalana Eulalia Valdosera se expresa a través de objetos cotidianos que transforma con su manera espectacular de iluminar. El marco donde se encierran los componentes esta perfectamente delimitado. En ese espacio los elementos seleccionados pierden su sentido original, no su forma, y navegan entre sensaciones evanescentes por rutas fantasmagóricas, producto de una complicidad intelectual entre espectador y realizadora. Shirin Neshat se desmarca con un video de cuatro minutos donde la verdad y lo sugerido se recrea sobre un manuscrito antiguo. En él pueden apreciarse huellas de una escritura anterior, ahora borrada, que dejar emerger otra nueva nueva que resulta más perceptible. Sin duda alguna, toda una metáfora referida a las visiones alteradas. Lorna Simpson, sobre un conjunto de nueve paneles, como si de un mosaico se tratase, plasma en imágenes la complejidad de un espacio sin dueño que a cada mirada ofrece una nueva ilusión. En lo referente a los hombres, Jeff Wall trabaja sobre cibachrome que presenta sobre cajas de luz. Recuerda a una linterna mágica capaz de realzar a una escena sencilla de la vida cotidiana al grado de acontecimiento trascendental. Dan Graham presenta dos conjuntos de dos fotos cada uno. Es una combinación de lugares de encuentro, de vida, que los ofrece para situarnos en ellos como parte integrante o como sencillos observadores. Interpretación y análisis que surge de una percepción forzada por una delimitada ambigüedad. Hannah Collins con una monumental foto de una calle de Tel Aviv parece querer explorar algunos rincones desconocidos del universo. Un paisaje que, sin desprenderse de cierta brusquedad primitiva, deja abierto su escenario para cualquier interpretación de índole dramática. Finalmente Andrea Gursky con su panorámica de un telar abarrotado de máquinas y personas, ofrece tantos puntos de interés similares que el lugar representado pierde el privilegio de ser lo que aparenta y se transforma en una forma de retórica con significados diversos. El conjunto de trabajos mantiene una linea de investigación icónica donde se plantea la duda de que todo lo aparentemente razonable sea cierto y dentro de ello lo que nos puedan ofrecer a la mirada desde el sistema fotográfico.
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