UNAI FRESNEDO PROMOTOR MUSICAL Y ACTOR "No soy de los que hacen una película y ya dicen que son actores"

Tres largometrajes españoles han volado hacia Park City (Utah) para ser exhibidos en el festival de cine independiente de Sundance. Sin embargo, el bilbaíno Unai Fresnedo no interviene en ninguno de ellos; él protagoniza Radiation, un "documental ficticio" de presupuesto norteamericano, filmado en Madrid, Barcelona y Bilbao bajo la dirección del músico Michael Galinsky, en el que se interpreta a sí mismo. Pero si el mecenazgo norteamericano resulta curioso, aun lo es más teniendo en cuenta que, a sus 28 años, se trata del primer contacto de Fresnedo con el mundo del celuloide. Su ocupación es la música, antes como responsable de la discográfica Radiation Records y ahora como promotor de conciertos (Radiation Tours) y representante de artistas como Ruper Ordorika o Atom Rhumba. Pregunta. ¿Cómo llega un bilbaíno, sin experiencia previa en el mundo del cine, a servir de inspiración y protagonizar una película norteamericana? Respuesta. No sé. Ha sido como una coincidencia. Ellos ya habían hecho allí una película más o menos del mismo tipo (Half cocked) y, no sé cómo, como están pirados, se les ocurrió hacerla aquí y como me conocían a mí... Yo me negué hasta el último momento. Decía: "No lo voy a hacer. No he hecho esto nunca en mi vida". Además, tenía que hacer producción del film, localizaciones, traducción, actuar... Tenía que hacer todo, era como su hombre aquí. Pensaba: "Ya vendrá, me hará una prueba y se dará cuenta de que no sirvo". De hecho, ya había pensado en varios sustitutos, pero el tío llegó, empezamos a ensayar y dijo que lo hacía de puta madre... ¡Ya no tenía más fuerzas para decir que no! Estaban allí ocho guiris durmiendo en mi casa, en el suelo, con todo el equipo. P. ¿Tan apasionantes son sus vivencias cotidianas que justifican un largometraje? R. No, no creo que sea tan interesante como para reflejarla en una película, pero la experiencia del rodaje, esos 21 días que nos tiramos haciéndola, fue acojonante. Es una de esas experiencias que nunca las vas a vivir. Era la muerte del estrés, el no va más, improvisación 100%. Ésta sí es una película de ocho millones, no Salto al vacío. Sobre la marcha coges nombres, situaciones o eliges a las personas que, más o menos, se representan a sí mismas. Yo tampoco actúo, hago lo que me sale, lo que haría en esa situación. P. ¿Qué futuro le espera a la película? R. No sé. El primer paso es llevarla de festival en festival e intentar venderla a una distribuidora en Estados Unidos. Luego, aquí, no sé si la estrenaremos en salas de conciertos, en cine clubs, aulas de cultura o universidades, o si, de repente, a alguien le interesará y querrá distribuirla a nivel comercial P. ¿Tiene en mente dedicarse a la interpretación? R. No. Hombre, si me llama Almodóvar no voy a decir que no. Está claro que si alguien me va a pagar mogollón de pasta y todo eso, pues lo volvería a hacer, pero, en principio, yo nunca me voy a presentar a un casting ni a nada de eso. No soy ningún actor, como otros que hacen una película y ya van diciendo que son actores. Y no quiero decir nombres... P. De todos modos, los promotores musicales tienen algo de actores, ¿no? R. Más que de actores, de artistas frustrados. Pero yo no vendo nada, soy supermalo en vender historias, me cuesta mogollón vender una moto y soy supermal promo man. Aunque sé que siempre voy a estar como en el camino de los perdedores, voy por otro lado; en mi trabajo diario lo que intento es sugerir, traer cosas que a mí me interesan y, si a la gente le gusta y le atrae, que investiguen y se cultiven un poco. P. ¿Qué proyectos tiene en mente? R. Seguir trabajando con Ruper y organizar giras de Hard Ons, Make Up, Steve Wynn, Spectrum, June Of 44,... Intentar seguir trayendo buenos grupos y meterme mucho más en el mundo del jazz. Me gustaría traer a artistas que he conocido este verano en Nueva York, del sello Aum Fidelity.