Vázquez de Sola reúne a "Lorca y sus amigos" en el Museo de Cádiz
Del cañón de la pistola, sobre un fondo rojo de sangre, emerge Federico sonriente, enarbolando una paloma blanca. Así es el óleo que preside la exposición Lorca y sus amigos, compuesta por 74 caricaturas de gran formato, que ocupa el patio del Museo de Cádiz. Su autor, el sanroqueño Andrés Vázquez de Sola, decidió reunir al poeta de Fuentevaqueros no sólo con quienes le acompañaron en vida, sino también con quienes le influyeron, como Rubén Darío, Fray Luis, Rosalía de Castro o Góngora.
"Es como un puzzle. Si contemplas la exposición completa, si unes las piezas, tienes a Lorca, su obra, su vida, sus personajes", comenta el artista. Los nombres capitales del 27, el flamenco de Caracol, Manuel Torres y Chacón o la paleta de Miró, Picasso y Dalí, así como las partituras de Albéniz o Manuel de Falla son sólo algunas de las piezas que el espectador ha de ir engarzando. Margarita Xirgu, la Argentinita, Mariana Pineda o Ignacio Sánchez Mejías -empitonado por la manecilla del fatal reloj que marca las cinco de la tarde- se codean con las plumas atlánticas que más admiró Lorca: Neruda, Vallejo, Whitman, Guillén o Dulce María Loynaz. "Nadie sale mal parado en esta colección", asegura Vázquez de Sola, "porque lo que me interesa de Lorca es su vida, no su muerte. Ni siquiera Luis Rosales, a quien solíamos atacar en mi juventud. Aquí aparece como las dos caras de la baraja, el falangista que nos hizo sospechar y el poeta amigo. Si tuvo alguna culpa en el asesinato de Lorca, bastante caro lo ha pagado". Vázquez de Sola no tiene la sensación de haber llegado tarde. Mientras el pasado año se sucedían los homenajes al autor de Poeta en Nueva York por toda España, pero especialmente en Andalucía, Lorca y sus amigos viajaban a Suiza, Italia, Francia o Bulgaria. "Propuse la exposición a un sinfín de instituciones, mucho antes del año Lorca, pero en ningún sitio la aceptaron. Me han tratado fatal, pero estoy acostumbrado a ello porque toda mi vida he trabajado fuera. Y no porque nadie sea profeta en su tierra: los futbolistas lo son", se lamenta. Precedido por la fama de su humor corrosivo y lenguaraz, Andrés Vázquez de Sola ejerció el periodismo en el diario Madrid, en Triunfo y en El Independiente, entre otros medios. Exiliado en Francia en 1959, trabajó durante 20 años en el mítico Le Canard Enchaîné antes de regresar a España. Su gran frustración quizás sea no haber podido poner en marcha el Centro Internacional de Estudios sobre el Humor y la Sátira, que llegó a contar con el respaldo de la Unesco.
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