Crecer a un ritmo anual del 40%
Corría el año 1993 y Estampaciones Iru estaba en crisis. Sobraba plantilla y la cartera de pedidos decaía. Desde entonces sólo han pasado cinco años, pero la crisis es ya un recuerdo borroso en esta empresa de Ermua que no sólo ha superado los números rojos sino que ha aupado su facturación de los 200 millones del ejercicio de 1993 hasta los 1.000 millones con los que cerró 1998. En este periodo las ventas han crecido a un ritmo anual del 38%. El origen del despegue del negocio comenzó cuando los directivos de la empresa decidieron dejar de ser una sociedad anónima y acercarse hacia el mundo cooperativo, transformándose en una Sociedad Anónima Laboral (SAL). Esta decisión y la activa búsqueda de nuevos clientes cambió el futuro de la empresa, que produce piezas de chapa de acero a medida y bajo especificidades de los clientes. "Vivimos una gran crisis por la caída de pedidos, por la desaparición de muchos empresas a las que suministrábamos. En ese momento, hubo una serie de socios que apostaron por la empresa y pensamos convertirnos en una SAL para continuar en el negocio", explica Ernesto Elcoro-Iribe, gerente de Estampaciones Iru. La crisis provocó un un expediente de empleo que afectó a 20 trabajadores y que redujo la plantilla a la mitad. Pero los que continuaron en la empresa apostaron por la nueva fórmula, se convirtieron en socios trabajadores y reiniciaron el negocio. "Aportamos las indemnizaciones del Fondo de Garantía Social y ya en el primer año entramos en rentabilidad", recuerda Elcoro-Iribe. Con una plantilla ajustada a las necesidades de la empresa y la reorganización de la producción, Estampaciones Iru entró en beneficios en 1993. Los troqueles dejaron de fabricarse y pasaron a subcontratarse, y comenzó una política intensa de captación de nuevos clientes. El aumento de la producción ha incrementado la plantilla de la empresa, que emplea a 65 trabajadores. De éstos, 20 son socios trabajadores y otros 40 han entrado en los últimos años a trabajar en la sociedad. El sector de automoción y los fabricantes de amortiguadores son los principales clientes de Estampaciones Iru, que suministra piezas estampadas o conjuntos de piezas, fabricadas a medida, para Mercedes Benz en Vitoria, DAF en Bélgica y Holanda, Iveco Pegaso en Madrid y Barcelona, QH, Monroe, Alko en España y Sachs y Gabriel en Francia. El año pasado, Estampaciones Iru superó la cifra mágica de 1.000 millones de pesetas de facturación, de los que el 40% se vendieron a países de la Unión Europea. En el presente ejercicio, la empresa espera mantener el ritmo de crecimiento de los años anteriores y cerrar 1999 con una cifra de negocio de 1.200 millones de pesetas, pese al parón de las exportaciones que ha sufrido Iru y la mayoría de las empresas vascas. La Cámara de Comercio de Bilbao, el organismo vasco que más promociona la exportación, ha detectado en 1998 un estancamiento de las exportaciones. Las empresas vascas vendieron en el extranjero 1,5 billones de pesetas, la misma cifra que en 1997. Pero el aumento de los pedidos en el mercado doméstico ha minimizado el impacto de la caída exportadora en las cuentas de resultados de Iru y gran parte de las empresas vascas. La apertura a los mercados exteriores inició a Estampaciones Iru en la filosofía empresarial de la calidad y los 0 errores y en la fabricación de piezas a medida. "Comenzamos también a fabricar conjuntos de piezas soldados y remachados para dar al cliente un producto más completo y con mayor valor añadido", apunta el responsable de la SAL. Los contratos más importantes de los últimos años han llegado de Mercedes-Benz, Delphi y QH, con un valor cada uno cercano a los 120 millones de pesetas anuales. Estampaciones Iru cuenta con dos plantas en Ermua y en el polígono de Goitondo en Mallabia. Pero con el crecimiento que han registrado en los últimos cinco años, los 3.000 metros cuadrados con los que cuenta en las dos localidades se han quedado pequeños. Por eso, lLa empresa invertirá 400 millones de pesetas en la construcción de una nueva planta de 4.500 metros cuadrados en Abadiño. La nueva fábrica supondrá una inversión cercana a los 400 millones de pesetas. Si los plazos previstos por la empresa se cumplen, Estampaciones Iru trasladará toda su producción y plantilla en agosto del 2.000 al polígono industrial de Abadiño, donde ha reservado otros 2.000 metros cuadrados para garantizar la posibilidad de realizar futuras ampliaciones.
El pequeño taller que fundaron tres socios en Eibar
El padre del actual gerente de Estampaciones Iru, Ernesto Elcoro-Iribe, fundó con otros dos socios la empresa tras la guerra civil. Entonces la firma era un pequeño taller en Éibar, uno más entre las numerosas microempresas que se instalaban en los bajos de las casas de la villa guipuzcoana para surtir de piezas a las grandes fábricas. En la posguerra Iru fabricaba accesorios de automóviles, principalmente espejos retrovisores. Poco a poco, la producción se fue especializando y derivó hacia la fabricación de accesorios para camiones y piezas para amortiguadores, una actividad ésta que continúa desarrollando 60 años después. Hasta 1964 la empresa permaneció en Éibar, aumentando con los años sustancialmente su producción y plantilla. Ese año, Estampaciones Iru se trasladó a Ermua (Vizcaya), su actual ubicación, aunque por poco tiempo. Los años buenos y los ejercicios críticos han ido cambiando la fisonomía de esta empresa. Primero fue la exportación, que comenzó en 1988 y obligó a Iru a cambiar el chip. "Cuando empezamos a exportar, hubo que vencer muchas dificultades. Tuvimos que cambiar nuestra cultura y la forma de hacer las cosas. Para vender fuera, hay que producir con cero errores, planificar cuidadosamente las entregas y tener siempre informado al cliente", comenta Elcoro-Iribe, que dirige la sociedad desde hace 11 años. Ya metidos en la dinámica de vender fuera, la caída de los pedidos en el mercado español trajo nuevos quebraderos de cabeza a Estampaciones Iru. El cambio de sociedad anónima a sociedad anónima laboral salvó de los números rojos a Estampaciones Iru y cambió también la mentalidad de los trabajadores y directivos. Sin embargo, el viraje hacia el modelo cooperativo no sólo ha recuperado la cuenta de resultados de la empresa sino que ha facilitado la obtención de los certificados de calidad ISO-9002, que fomentan un modelo de gestión más transparente y menos piramidal. Gestión participativa "El cambio a un estilo de gestión más participativa, dando una información puntual y clara a los trabajadores tiene efectos en los beneficios y la productividad de la empresa", asegura el gerente, para añadir que este hecho "facilitó la incorporación del modelo de calidad". Los fabricantes de amortiguadores compran el 75% de la producción de Estampaciones Iru, que produce habitualmente más de 1000 referencias de piezas. El resto de las ventas se dirige al sector de automoción. El objetivo para los próximos años es aumentar la producción y la cartera de clientes desde su nueva ubicación en Abadiño. El traslado a la nueva ubicación confirma las expectativas de Iru, que comenzó en 1939 en un taller y que finalizará el siglo con unas ventas de 1.200 millones de pesetas.
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