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La nueva dimensión de Banesto

Sáenz cierra con éxito el plan de saneamiento, con la morosidad controlada y 350.000 nuevos clientes

28 de diciembre de 1993. El Banco de España decide intervenir en la crisis de Banesto. Destituye a Mario Conde y a su equipo de colaboradores y pone la entidad en manos de un equipo quirúrgico de urgencia, encabezado por Alfredo Sáenz -que con la posterior compra del Santander se convertiría en el presidente de Banesto-, encargado de cortar la hemorragia que supone un agujero calculado, entonces, en 605.000 millones de pesetas.15 de enero de 1999. El Banco Santander y el Banco Central Hispano anuncian una fusión que da lugar al primer grupo financiero español a gran distancia del resto. Un grupo en el que se integra un Banesto remozado, con el aval de haber cerrado el año pasado, el último de su plan de saneamiento, con unos beneficios ligeramente superiores a los 40.000 millones de pesetas y los agujeros, cubiertos.

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¿Qué ha pasado en esos cinco años? Un severo ajuste, acompañado de un giro de 180 grados en la concepción de lo que debe ser el negocio bancario.

El Banesto de Mario Conde presentaba un activo en el que sólo sobresalían dos partidas, el descuento comercial y los créditos a empresas, la mayor parte de los cuales solían estar vinculados, además, a empresas del grupo industrial.

El pasivo tampoco ofrecía excesivas garantías. Las imposiciones y las cuentas únicas, en una etapa de fuerte remuneración a los depósitos, eran lo más sobresaliente, con el consiguiente riesgo que conlleva este tipo de política.

Transformación del balance

El balance correspondiente a 1998 ofrece una cara bien distinta. En el activo, los actuales gestores de la entidad no han descuidado el descuento comercial ni el crédito a empresas, aunque ahora sus clientes no están en casa.Aunque la verdadera novedad consiste en la entrada masiva de préstamos hipotecarios, casi inexistentes en el balance de 1993, así como la especial atención que se ha prestado a los nuevos servicios, como la banca telefónica.

En cuanto al pasivo, el vuelco también es de calado. El coste se ha reducido espectacularmente, se han introducido nuevos productos y, sobre todo, la gestión se ha volcado en potenciar el negocio de los fondos de inversión y de pensiones. Al término del año pasado, Banesto gestionaba un total de 1,33 billones de pesetas entre fondos de inversión y de pensiones.

Ese cambio radical también se imprimió en la política de participaciones industriales. La espectacular lista de participaciones de la Corporación (Petromed, Asturiana del Zinc, Valenciana de Cementos, La Unión y el Fénix, Agroman, Acerinox, etcétera) sólo daba disgustos. De ahí que el equipo de Banesto apostara por una retirada ordenada de este tipo de inversiones. En estos momentos, las participaciones industriales de Banesto se reducen a Urbis, Isolux y Dinsa.

Éstos son, en resumen, algunos de los rasgos fundamentales de la gestión de Alfredo Sáenz en los últimos cinco años.Los resultados de esta política son elocuentes. La cuenta ha pasado de presentar unas pérdidas de 100,97 millones de euros (16.800 millones de pesetas) en 1994 a unos beneficios de 241,59 millones de euros (40.198 millones de pesetas) el año pasado. La morosidad se ha reducido del 30% en 1993 (el 37,5% si se descuenta la aportación del Fondo de Garantía de Depósitos) al 2,2% en 1998. En paralelo, la cobertura ha pasado en el mismo periodo del 50% al 134% .

A lo largo de los últimos cinco años, la red de Banesto captó un total de 30.000 nuevos clientes. Los recursos de clientes y la inversión crediticia crecieron en 6.011 millones de euros (algo más de un billón de pesetas).

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