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Inmersión en el mundo del teatro

Enric Company

Pasqual Maragall dedicó la tarde de ayer al teatro. Pero no a ver teatro, sino a auscultar el estado del sector. El teatro catalán vive actualmente un buen momento, a juzgar por algunas cifras. La más elocuente es que ha pasado de vender medio millón de entradas en 1988 a casi dos millones en 1998. Por lo tanto, el candidato socialista a la presidencia de la Generalitat escuchó peticiones pero no tuvo que oír lamentos. Al revés: una de las cosas que hizo Daniel Martínez, el empresario de la productora teatral Focus, fue felicitarle por haber proclamado el lunes en Cornellà que la izquierda no debe dejar que los empresarios sean un coto electoral exclusivo de la derecha. Martínez es un prototipo del emprendedor ideal del que habla Maragall en sus elogios del empresariado. Allí donde tradicionalmente había empresarios teatrales, Martínez ha levantado en Barcelona una potente productora que tiene siete teatros comerciales y en Barcelona y ahora mismo siete compañías sobre los escenarios. "El teatro catalán se ha convertido en un producto altamente valorado, tanto en Barcelona, como en el resto de España", explicaba Martínez a Maragall mientras le mostraba las nuevas instalaciones de la empresa en la calle de Àvila del Poblenou. De manera que exporta. "Ahora mismo estamos trabajando en Lisboa y vamos a coproducir en Caracas". Martínez tenía mucho interés en exponer a Maragall una idea: la política de las administraciones públicas hacia el teatro debe orientarse no sólo a promover la creación y la calidad, como tradicionalmente ha hecho, sino también a procurar que los fondos públicos que se destinan a él "fortalezcan el esquema productivo estable". Es decir, la creación de industria. Maragall escuchaba. En este punto pasó a preguntar. "¿Y el salto al cine?" Martínez dejó claro que piensa en él. Pero es complicado. En el último momento Martínez, que es el principal productor de teatro en catalán, planteó a Maragall que la expansión de Focus tiene ante sí una disyuntiva relacionada con el idioma. "Barcelona se ha convertido en un potente polo de atracción turística, y una gran parte de los turistas piden espectáculos en lengua castellana". Hay ahí una demanda por satisfacer, y eso se está convirtiendo en un problema. Martínez se quejó de que el clima político catalán no ayuda a resolverlo. Y ahí quedó la cuestión. Maragall visitó también el Espai Brossa, una sala de teatro alternativo, donde conversó con Herman Bonnin y Carlota Soldevila, entre otros. Y después tuvo una reunión con representantes de Artenbrut, Versus Teatre, Tantarantana Teatre y Espai Malic en la sede de este último. De estos interlocutores Maragall escuchó una queja. "Hay una exagerada desproporción entre lo que las administraciones dedican al Teatre Nacional de Catalunya (TNC) y lo que se destina al teatro de ideas, que al fin y al cabo es el vivero, la cantera", explicó Toni Rumbau. Es una proporción que va de 1.500 millones anuales para el TNC a 40 millones para siete salas alternativas. La jornada finalizó en el Teatre Lliure, donde Maragall departió con los directores artísticos, Lluís Pasqual y Guillem Jordi Graells, y con el gerente, Josep Lluís Montanyès. Allí se habló sólo, sobre planos y fotografías aéreas, de las obras de la Ciutat del Teatre que se está levantando en Montjuïc. Es un proyecto de la etapa del Maragall alcalde, de modo que todo fue muy afable.

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