El segundo Aznar
Dijo el presidente Aznar ¡Hágase el Congreso del Partido Popular! y sobrevinieron los cambios en el Gobierno. Estamos ante el segundo Aznar. Embriagado por las encuestas, por el euro, por la escena internacional, que se recrea en el hermetismo y produce pavor en las filas de su partido. Este segundo Aznar piensa que el confort del que manda es consecuencia de la precariedad de los que han de obedecer. Los cambios podrían haber sido más amplios para corregir desaciertos flagrantes de los ministros más quemados -Fomento, Justicia, Medio Ambiente- pero quien tiene atribuciones, es decir el presidente, ha preferido pulverizar pronósticos de los enterados y mantener cuidadosamente a los más inútiles. Los cambios en el Gobierno son consecuencia de decisiones, por supuesto inducidas por Aznar pero formalmente adoptadas en el Comité Electoral y en la Junta Directiva Nacional del PP.Por esta regla de tres han sido dos los ministros que han debido abandonar sus carteras. Uno, el de Trabajo, Javier Arenas por necesidades del guión trazado para el Congreso en el que se prepara la consagración del centro. A él se le propone la Secretaría General del Partido, vacante al cesar en ella a petición propia Francisco Álvarez Cascos. Pero, mientras Paco Cascos ha podido, sin especiales fatigas y con tiempo para la pesca del salmón y otras actividades turísticas, compaginar la vicepresidencia del Gobierno con la Secretaría General del PP, al recién llegado se le ha quitado la cartera para evitarle sobrepeso y difuminar la imagen de una predilección que siempre suscita envidias y ventajas sucesorias. Eso sí, a Arenas se le ha concedido el privilegio de designar sucesor en la persona de su secretario de Estado de Empleo Manuel Pimentel.
También la Ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, ha sido escuchada. Eso explica que haya sido descartado como titular del departamento el que en estos cambios mínimos hubiera podido ser el sucesor más próximo. El envío de Esperanza Aguirre al Senado trata de evitar cualquier subasta de la Presidencia del Senado entre los notables del grupo parlamentario Popular. La designación de Manuel Pimentel como ministro favorece la impresión de que se acabaron las improvisaciones. Se prima el cursus honorum. Los que se han entrenado como números dos en lo que va de legislatura adquieren, ahora, la habilitación para ser números uno. Así llega a Trabajo y Seguridad Social Pimentel. Otra forma de acceder al Gobierno es la incapacidad para otras dedicaciones. Ése parece ser el caso de Ángel Acebes, al que se consideraba inapropiado para ocupar la Secretaría General del Partido. Para darle ese consuelo a Acebes ha hecho falta mover a Mariano Rajoy, que pasa a ocupar la cartera de Educación y Cultura donde por segunda vez Miguel Ángel Cortés ha sido no nombrado.
Los cambios parecen dictados por la fruición de sorprender más que por el detenido cálculo de acertar. Vienen impuestos por las necesidades del Partido. El Partido Popular quiere que Juan Ignacio Barrero sea su candidato a Presidente de la Comunidad de Extremadura en las elecciones autonómicas del 13 de junio. Por eso tiene que descabalgar la Presidencia del Senado. Barrero abandona ahora con desgana el palacio de la plaza de la Marina Española, a cuyos sacrificios e incomodidades ya se había habituado aunque para sobrellevarlos hubiera debido aceptar cuantos oropeles adicionales conlleva un puesto de tanto riesgo y fatiga. Este destino a Extremadura -¡a Extremadura, padre!- de Barrero abría un hueco de máxima relevancia en el que se ha acomodado a Esperanza Aguirre, único miembro del Gabinete que tiene un escaño en el Senado, obtenido con una muy elevada votación. Esperanza estaba llena de proyectos para su cartera de Educación y Cultura, había superado los momentos más apurados e incluso había logrado permanente acogida en el programa Caiga quien caiga del Gran Wyoming. Pero al grupo parlamentario Popular le hacía falta un candidato para reemplazar a Barrero, que tuviera carácter de indiscutible y para eso era preferible que viniera de fuera y que trajera un halo como el que proporciona haber formado parte del Gobierno.
Por último, ya que el artículo 100 de la Constitución establece que "los miembros del Gobierno serán nombrados y separados por el Rey, a propuesta de su Presidente" parece algo descortés el comunicado leído por Piqué donde se ahorraba cualquier mención al preceptivo despacho con Su Majestad.
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