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El matrimonio británico que huyó con dos niñas adoptadas se entrega a la policía

La pareja se quedará con las dos menores hasta que haya una sentencia definitiva

Isabel Ferrer

Recién llegados de Irlanda, donde estaban escondidos, Jeff y Jennifer Bramley, el matrimonio británico que huyó en septiembre con Jade y Hannah, las hermanas que los servicios sociales de Cambridge les impiden adoptar, afrontan un juicio crucial. El Tribunal Supremo analizará a partir de hoy el futuro de las niñas y las circunstancias de una fuga provocada, según la pareja, por la intransigencia de los expertos. Aunque desde el punto de vista legal han raptado a las pequeñas, lo delicado del caso ha movido a la policía a no detenerlos. Podrán quedarse con ellas mientras los jueces deciden.

Su declaración en comisaría, primer paso obligado una vez que la pareja decidió regresar con las niñas, en avión, a Londres para entregarse, ha sido prestada en secreto. Tampoco ha trascendido el lugar escogido por la policía de Cambridge para alojarlos hasta que hayan podido cumplimentar la primera fase de los prolijos trámites legales que les esperan. La explicación más esperada por los agentes ¿cómo pudieron salir del país sin llamar la atención cuando su rostro aparecía por todas partes? debieron darla anoche. La comisaría ha preferido no hacer comentarios pero sus portavoces han reconocido que Hannah, de tres años, y Jade, de cinco, "tenían buen aspecto y estaban de buen humor" después de aterrizar.Para Liz Railion, directora de los servicios sociales de Cambridge, ello basta por el momento. Contraria a cederlas en adopción a una pareja "capaz de vulnerar todas las normas", prefiere esperar ahora la llamada de los jueces para defender su postura. Incluso está dispuesta a hacer un inusitado gesto de buena voluntad dejando a las niñas con los Bramley hasta que todo se aclare. "Pueden cuidarlas de momento. Varios meses si es preciso. Pero sigo pensando que no deben adoptarlas y así lo haré saber ante el juez", ha repetido ahora que están todos en un lugar seguro. Tanto ella como los asistentes encargados de entrevistar al matrimonio creen que carecen de habilidad suficiente para educarlas. "A veces son demasiado estrictos y otras les permiten cualquier cosa", señalan.

La casa que Jeff y Jennifer Bramley dejaron atrás en Ramsey, en el condado de Cambridge, es una de las pruebas que refuerza, según dicho equipo social, sus temores. No demasiado grande pero con un bonito jardín, está perfectamente limpia y ordenada. Una planta medio marchita y un pasador de pelo abandonado en la repisa de una ventana son las únicas huellas de una huida a toda prisa. "Todo está tan pulcro que no parece un hogar con niños. Refleja un espacio donde los adultos controlan a las pequeñas hasta el límite", en opinión de Vivian Hill, una psicóloga infantil del Instituto de Educación de Londres consultada estos días. La opinión de los vecinos está más dividida.

Tentación

La marcha de la familia les parece un error pero achacan la fuga a la presión ejercida por los servicios sociales. La crisis provocada por los Bramley no es la primera que se recuerda en Cambridge. En 1997, la dirección regional vio cómo uno de sus gerentes más veteranos era condenado a 18 años de cárcel por abuso de menores a su cargo. El pasado año, Rikki Neave, un niño de seis años, fue estrangulado cerca de su casa a pesar de la protección ofrecida por los asistentes. Considerado en peligro dada la drogadicción de su madre, murió sin que nadie considerara oportuno apartarle de ella. Una investigación ulterior criticó de forma contundente a los expertos de Cambridge. El golpe fue tan duro que Anne Campbell, diputada por esta demarcación, apunta que la cautela actual "es una forma de evitar otro desastre".Para Jeff y Jennifer, dichos temores son infundados. Casados en 1984 decidieron adoptar un hijo después de varios intentos fallidos de concebir con ayuda de la fecundación artificial. Jade y Hannah llegaron a su casa en marzo pasado. La simpatía fue mutua. Su madre biológica, Jackie Bennett, las cedió porque no podía ocuparse de ellas y ahora les apoya. Por frágil que sea el estado de ánimo del matrimonio, deberá resistir ahora una tentación. La posible venta de su aventura a la prensa sería considerada "inaceptable" por todas las instancias legales que evalúan el futuro de las pequeñas. Lo que sí ha hecho la pareja, a través de su abogado, es agradecer a los medios de comunicación el apoyo que le han prestado al difundir la pasada semana una carta en la que pedían comprensión y que propició el cambio de actitud de los servicios sociales.

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