Los veteranos
Dos veteranas formaciones musicales se adueñaron de la noche del sábado madrileño, ofreciendo en ambos casos una muestra extensa de su obra, premiada con ventas en algunos casos y con un prestigio inmutable en otros. Los vigueses Piratas ponían durante dos días seguidos el cartel de "no hay billetes" para la presentación en directo de su recopilatorio de éxitos Fin de la primera parte.Gozando en todo momento de la complicidad del público, el grupo liderado por el cantante Iván Ferreiro hizo un extenso repaso a los mejores momentos de su discografía recientemente pretérita, los álbumes Manual para los fieles y Poligamia.
Yendo al contrario que la mayor parte de los grupos, Los Piratas han transformado la indefinición musical de sus inicios en una suerte de pop fuerte comercialmente incontestable, aunque adolezca de exceso de medios tiempos y baladas -auténtico cáncer de la música popular actual- y las atmósferas creadas en cada canción resulten exasperantemente similares. A su favor, la banda goza de la inmensa credibilidad de un cantante de voz extraña e intensa que no rehúye el juego escénico y hace que la audiencia permanezca siempre atenta a sus evoluciones.
Los Piratas / Matamala
Los Piratas. Iván Ferreiro (voz), Alfonso Román y Paco Serén (guitarras), Pablo Álvarez (bajo) y Hall 9.000 (batería). Sala Caracol. Madrid, 16 de enero. Matamala. Ricky Gil (voz y guitarra), Albert Gil (guitarra), Pere Fernández (bajo) y David Carreras (batería). Sala El Sol. Madrid, 16 de enero.
A su lado se entreteje un juego de guitarras poderosas que eliminan todo espacio para reblandecedores teclados y una puesta en escena actual y directa que les iguala a cualquier competidor extranjero. De entre las canciones interpretadas cabe destacar dos que marcan claramente el modo de hacer del grupo: Mi coco, un tema-fórmula casi perfecto que encierra en apenas cuatro minutos todas las esencias musicales de Los Piratas, y Mi matadero clandestino.
Las letras
Las letras son otro de los elementos característicos de esta banda, porque, aún siendo difícil el ir más allá en el intento de escribir textos en castellano que suenen de forma convicente, ellos aceptan el desafío y lo hacen en directo con firmeza. En esto se manifiestan más como un grupo de los ochenta.Lo de los barceloneses Matamala también es cosa de fe inamovible en lo que uno hace y capacidad de aguantar en un negocio desagradecido como pocos: el musical. Ya vendrá el tiempo a darles la razón. La banda de los hermanos Gil -Ricky, el cantante, y Albert, el guitarra- ondea desde sus tiempos de Brighton 64 la enseña del universo mod y sus ramificaciones musicales, que les han llevado ahora en su último disco, Trotter, a tratar de encarar una línea un tanto más contemporánea y con mayor opción comercial. Su directo apenas ha sufrido variación, con lo que llevan ya más de una década haciendo: sigue basándose en la intensidad guitarrera, las armonías vocales a lo Beatles y actitud, más bien intención, juvenil. Todo esto se traduce en un veloz espectáculo de diversión asegurada, con constantes cambios de velocidad, apenas ningún momento de lentitud y momentos de entrega que devuelven al pop su antigua personalidad de vehículo de diversión intrascendente. De entre los nuevos temas cabe destacar Time, para el que contaron que la colaboración vocal de la bella joven actriz Lucía Jiménez, y Superfly, y también himnos del glorioso pasado, como La casa de la bomba. Pero también su extraordinaria forma de recrear música de otros, como la deliciosa Be young, be foolish, be happy, de The Tams, o el clásico Shakin'all over. Como en cada una de sus visitas a Madrid, Matamala no decepcionó.
Babelia
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