Un riada de gente despide en Pasaia a los desaparecidos en el naufragio del "Marero" El Gobierno central anuncia que los familiares cobrarán 300.000 pesetas la próxima semana

Un mar de gente desfiló ayer por las calles de Pasaia en una sola dirección. Como el mar de fondo que azotaba la costa guipuzcoana, el mismo que, unido a un terrible viento, alzó olas de más de doce metros aquel 18 de diciembre, fecha a partir de la cual se dejaron de tener noticias del pesquero Marero, en el que faenaban los ocho tripulantes que dejaron su vida en la mar. Ayer fue su despedida. Por eso, cualquiera que no supiera dónde se celebraba el funeral no tenía más que seguir la incesante riada de gente que acudía a la lonja, el lugar donde tenía previsto descargar el pescado, precisamente en Nochebuena, el palangrero desaparecido. Allí, entre el olor a mar de esta localidad de 17.000 habitantes, se reunieron más de un millar de personas. La lonja estaba abarrotada. En el altar de la improvisada iglesia, junto a la patrona de los arrantzales, la Virgen del Carmen, se había colocado un aro salvavidas del Marero, uno de los pocos restos que se han encontrado del barco. Junto a este objeto, se podían ver las numerosas coronas de flores que habían sido enviadas desde diversos lugares y que, tras el funeral, fueron arrojadas al mar. Frente el altar, los organizadores habían preparado una tribuna especial para las autoridades. Los familiares quedaban en un segundo plano, a ambos lados del palco. Ocupaban la primera fila los responsables de Agricultura y Pesca de los gobiernos central, Loyola de Palacio, y vasco, Iñaki Gerenabarrena, así como su predecesor en el cargo, Javier Retegui. Además, se encontraba el delegado del Gobierno en el País Vasco, Enrique Villar; el subdelegado del Gobierno en Guipúzcoa, Eduardo Ameijide; el diputado general de Guipúzcoa, Román Sodupe, y el alcalde de Pasaia, Bixen Itxaso. Horas antes del funeral, Loyola de Palacio había anunciado en Vitoria que los familiares de los ocho tripulantes del buque desaparecido, que estaban absolutamente abatidos durante el funeral, cobrarán la próxima semana una ayuda de 300.000 pesetas procedente del Estado. De Palacio volvió a comentar la posible modificación de la ley que regula las subvenciones a familiares de desaparecidos y que no los considera tales hasta cinco años después de ocurrido el suceso. Generosidad para las familias El obispo de San Sebastián, José María Setién, quien ofició el funeral junto con una veintena de sacerdotes, reclamó durante la homilia la mejora de las condiciones de los hombres de la mar. Una vida cuya suerte, "hecha de incertidumbres y riesgos", también está llena de "deficiencias en el cumplimiento de sus derechos", afirmó el prelado. Setién pidió a todos los implicados "generosidad" con las familías "por encima de cualquier otra consideración legal o interesada económicamente". Fue todo un homenaje al valor y la dignidad, como dijo uno de los asistentes al acto fúnebre, de unos hombres que dejaron su vida en la mar: los hermanos Juan José, Joaquín y Alberto Cordeiro; Enrique Dos Santos, Jesús Torrado, Víctor Gago, Joaquín Marcos y José Eladio Calo.