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CRÍTICA » ROCK Revelador

Valium, Tango Hotel Charlie y DJ Txaloman Garage. Valencia, 15 de enero de 1999La ruinosa situación económica de la discográfica madrileña Omni Records obligó a los valencianos Valium a retrasar el lanzamiento de su primer trabajo. La espera ha merecido la pena: la compañía independiente local Avoid les permitió inaugurar el católogo de un subsello (Diova) que aspira a convertirse en salvavidas y de referencia de la escena alternativa nacional menos conformista y complaciente. Las ventas deberán, a partir de ahora, revalidar la validez de la propuesta; aunque, una vez comprobado el poder de convocatoria de Valium y la entusiasta respuesta de su público natural, no hay motivos para desconfiar de su salud: el circuito underground valenciano no anda falto de imaginación ni de seguidores. Buena señal. Otro dato revelador: no sólo los sectores indies menos integristas se han sumergido sin prejuicios en esa borboteante marejada electrónica empeñada en cimentar las bases musicales de la próxima centuria, fue un gozo contemplar a un público presumiblemente enamorado del hardcore y el metal contoneándose al ritmo marcado, desde los platos, por DJ Txaloman al inicio de la sesión. Acto seguido, Tango Hotel Charlie, sin romper moldes, optaron por disimular las ausencias (el vocalista Raky no pudo comparecer) con una formación inusual (bajo, giradiscos y maquinaria electrónica) y un set instrumental demoledor compuesto a base de drum and bass y abundante breakbeat. Eso sí, la localización de los músicos (prefirieron la mesa de control al escenario) despistó a más de uno. También Valium confunden, en ocasiones, a sus seguidores, pero, por otros motivos: comenzaron como una banda de hardcore y rap metal bastante convencional, y en pocos minutos evolucionaron convenientemente hacia esa tierra de nadie en la que confluyen y se mezclan el rock, el tecno o el rap, y de la que, por motivos obvios, no deberían desviarse jamás. No es una casualidad que cuando las guitarras mejor se acomodaban a los ritmos programados más grados marcaba el termómetro en la sala y mucho más atléticos parecían los saltos del público desde el escenario.

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