"Soy consciente de mi responsabilidad con los niños"

Pedro Duque acaba de concluir, junto a John Glenn y el resto de los astronautas del último vuelo del Discovery, una agotadora gira por Madrid, Granada, Barcelona y Palma de Mallorca. Los viajeros del espacio querían conocer España, pero se han tenido que conformar con conocer a sus autoridades. El viaje, sin embargo, ha merecido la pena por otro motivo: la emoción sincera y espontánea que han mostrado los niños en todas esas ciudades. El entusiasmo infantil tiene aspectos de Duquemanía al estilo del que suscitan las estrellas del pop, pero también ha revelado la enorme capacidad del ídolo para estimular la curiosidad de la chavalería por el espacio, la astronomía y, más en general, por las cuestiones científicas: en España, esto sí que es una hazaña. Duque, de 35 años, es madrileño del barrio de San Blas, ingeniero aeronáutico y, desde el pasado 29 de octubre, el primer español que ha viajado al espacio.Pregunta. ¿Qué siente cuando ve a cientos de niños coreando su nombre y empujándose para tocarle?

Respuesta. Una enorme responsabilidad. En primer lugar, para no defraudarles. Y, en segundo lugar, porque es algo importantísimo que los niños españoles se interesen por las ciencias y se estimulen para estudiarlas.

P. ¿Le incomoda que su nombre sea más conocido que el de los grandes científicos españoles?

R. Me parece inmerecido, en efecto, y creo que debería ocurrir al revés. Pero, puesto que las cosas son así, haré todo lo que pueda por explotarlo. No sé si me saldrá bien, pero soy consciente de mi responsabilidad en que los niños españoles sientan curiosidad por la ciencia, y creo que hay que aprovechar todas las oportunidades para ello.

P. Su decisión de presentarse a astronauta fue relativamente tardía, pero su padre me comentó el otro día que su interés por las ciencias y las matemáticas se reveló muy temprano. ¿Fue importante para ello el entorno familiar?

R. Mi gran privilegio es que mi madre es maestra, y nunca ha escatimado desvelos para que estudiáramos, para que tuvieramos el colegio que necesitábamos y para que siguiéramos bien las clases. Además, mi padre tenía una formación orientada hacia el dibujo -era delineante- y hacia la aeronáutica -es también controlador aéreo-, lo que hizo que me interesara por los aviones, y por saber cómo funcionan. Ya me gustaría que todos los chavales tuvieran este tipo de ayuda en casa.

P. ¿Recuerda algún programa de televisión que estimulara su curiosidad por estas cuestiones?

R. Me viene a la cabeza la serie Cosmos de Carl Sagan, y el libro del mismo autor basado en ella, aunque yo ya no era un niño cuando salió. La televisión debería estimular también a los niños más pequeños.

P. ¿Puede ayudar un buen maestro?

R. Puede ser absolutamente crucial, por supuesto. Y sobre todo para los niños que en casa no dispongan de ayuda, o cuyos padres no tengan la formación suficiente. Pero creo que dentro de dos generaciones esas situaciones se darán menos, porque todo el mundo tendrá una formación aceptable.

P. ¿Qué piensa cuando oye que la exploración del espacio es un divertimento para élites?

R. Creo que es una tontería venerable: tiene por lo menos 3.000 años. Durante toda la historia, siempre ha habido gente que sostenía que no había que ir más allá, que ya estábamos bien en nuestra casa. Hasta la rueda les parecería una innovación peligrosa o innecesaria, puesto que andando se iba mejor. ¿Para qué el fuego, si uno se puede abrigar y ya está? Afortunadamente, al mismo tiempo siempre hubo gente que quería explorar e investigar, y son ellos quienes han mejorado nuestras vidas.

P. Usted decidió presentarse a astronauta al ver un anuncio en el periódico. ¿Hay una forma más eficaz de captar candidatos?

R. No lo creo. Lo del anuncio en el periódico me parece perfecto, porque todo el mundo tiene que saber que se buscan aspirantes, y todos deben tener la oportunidad de presentarse.

P. Un tópico entre gentes de negocios sostiene que para triunfar hay que ser agresivo, competitivo y un punto inhumano. Usted no parece nada de eso.

R. Qué quiere que le diga, quizá yo no hubiera triunfado en los negocios. Probablemente no.

P. ¿Y en su campo no son precisas esas cualidades?

R. En las disciplinas relacionadas con la ciencia es distinto, porque hay que compartir el conocimiento: publicarlo para que todo el mundo lo lea.

P. Muchos intelectuales europeos muestran una actitud antiestadounidense casi por sistema. ¿Qué les puede decir?

R. Creo que es una consecuencia del complejo de inferioridad que Europa tiene respecto a Estados Unidos.

P. ¿Qué oficio ejercen sus héroes?

R. Son científicos e ingenieros. También algún payaso.

P. ¿Le gusta la ciencia ficción?

R. Sí, me gustan bastante las novelas que, pese a ser ficciones, pueden parecer verosímiles.

P. ¿Un título?

R. Cita con Rama, de Arthur Clarke.

P. El martes supimos, gracias a la indiscreción de la ministra Esperanza Aguirre, que de pequeño sacaba usted dieces en lectura. Dígame un libro que le haya gustado especialmente.

R.

[Sin dudar un segundo] Moby Dick.

P. También sacó diez en escritura. ¿Tiene interés en escribir?

R. Ahora no. Quizá algún día.

P. Y también sacó diez en religión. ¿En qué ha quedado eso?

R. En que me sé todos los dogmas de la Iglesia Católica.

P. Se los sabe, pero ¿se los cree?

R. No ponían nota por creérselos.