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Villena contrapone a Borges a la "estrechez y catetez" de la España franquista

El escritor Luis Antonio de Villena sintió un gran "deslumbramiento" cuando leyó en 1968 la Antología personal, de Jorge Luis Borges, que era entonces poco conocido en España. Borges fue para la gente de la generación de Villena un revulsivo contra la cenicienta y levítica España de los años sesenta. Villena contrapuso ayer a Borges a la "estrechez y catetez" de esa España franquista, "provinciana" y cerrada al exterior que conoció en su juventud.

Villena intervino junto al crítico literario de EL PAÍS Miguel García-Posada y la escritora Carme Riera en la tercera jornada del encuentro en torno a Borges, que concluye hoy en la Diputación de Sevilla. Esta tercera jornada del centenario de Borges estuvo dedicada a la relación del autor de Ficciones con la literatura española del siglo XX. "Borges es uno de esos escritores que no puede tener influencias porque éstas serían tan obvias que el autor que cayera en ellas parecería un epígono, un escritor de tercera fila. El hecho de no poder tener imitadores sólo les ocurre a los grandes escritores, como Lorca o como Borges", explicó Villena. "Borges está tan lleno de personalidad que no puede ser imitado sin acusar al imitador", puntualizó Villena. El autor de Divino matizó que la influencia de Borges sí que fue efectiva, en cambio, en cuanto a la "concepción que tenía de la literatura". Y ese influjo permeó a su generación, la misma que llevó adelante una espectacular renovación de la poesía española a través del grupo de los novísimos. "Componíamos una especie de club de absolutos devotos de Borges. Porque Borges tenía algo que nos parecía que era lo que buscábamos en la poesía. Hablaba mucho de autores desconocidos, tenía una concepción de la literatura ajena al realismo, llevaba a cabo una hibridación de géneros entre el ensayo y el relato... Todo esto le convirtió en uno de los escritores emblema de nuestra generación", comentó el poeta. Villena añadió que, además, Borges "abría enormemente la visión hacia el mundo". Esto contrastaba con "la estrechez y catetez" de la España franquista que bostezaba ensimismada en los últimos años de la dictadura. Borges era para estos jóvenes escritores lo más opuesto al "mundo enormemente provinciano" de personajes grises que chapoteaban en una ignorancia y un casticismo plomizos. Esta nueva generación imitaba a Borges al titular algunos poemas en inglés y francés. Lo hacían "como un rechazo freudiano a la realidad española". "No lo hacíamos por desdén hacia lo español, sino por desdén a la España de ese momento, que nos parecía horrible", agregó Villena. "Andaluz profesional" El poeta encuadró en el talante provocador de las vanguardias la opinión de Borges sobre Lorca, al que calificaba de "andaluz profesional". Era "una manera literaria de provocar" en el momento en que llegó a España, señaló Villena. "A lo mejor, Lorca no le disgustaba tanto como parece", añadió el poeta. Villena precisó que lo que pudo "indignar" a Borges fue el "abuso" localista hecho sobre Lorca. Miguel García-Posada intervino momentos antes que Villena. El crítico literario destacó el "laconismo" y "la antielocuencia radical" de Borges, "tan ajena a la tradición española". Su respeto hacia la literatura del autor argentino es total. "Casi ningún escritor español de la segunda mitad de siglo ha dejado de ser influido por esa prosa límpida, que evita los boscajes y los meandros. No se puede escribir de la misma manera antes de Borges que después de Borges. ¡Ay de aquél que no se haya enterado de esto!", explicó García-Posada. En el coloquio posterior, el crítico literario insistió en esta idea. "La prosa de Borges representa un salto tan cualitativo en la prosa española que a partir de él quien no tiene en cuenta la lección borgiana queda inevitablemente desplazado", concluyó García-Posada. Carme Riera hizo un recorrido por los primeros pasos de Borges en el mundo literario, que coincidieron, en gran parte, con su estancia en Mallorca entre 1919 y 1921. Borges inició allí una de sus amistades más fervientes con Jacobo Sureda, con el que se escribió hasta la muerte de éste en 1935 víctima de la tisis. Sureda pertenecía a una rica familia aficionada al arte y la literatura. "Es posible que Borges se enamorara de la hermana de Jacobo, que murió también tísica", explicó Riera.

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