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"Los alemanes nos hemos quedado solos"

Xavier Vidal-Folch

"Los alemanes nos hemos quedado solos". Así lo lamentó a este diario el influyente eurodiputado demócratacristiano alemán Elmar Brok, cabeza pensante de su grupo y antiguo ariete del excanciller Helmut Kohl en Estrasburgo. El lamento obedecía a que la rebelión interna del PPE, encabezada por los españoles, oponiéndose a la reprobación de Marín y Cresson, había atraído a casi todas sus delegaciones: sólo la británica (17 diputados) se mantuvo firme junto a la alemana (47 escaños)."Es muy difícil aprender a hacer oposición", se quejaba otro de sus colegas. Confirmaba así que la razón de su enfrentamiento contra la Comisión y sobre todo contra dos comisarios socialistas es "puramente doméstica", como criticó el jefe de los eurodiputados españoles, Gerardo Galeote. En suma, al perder la cancillería, la DC alemana se ha echado al monte, encabezada por un pánzer como la correosa Dietmut Theato, presidenta de la comisión de control presupuestario.

En descargo de los populares alemanes figura que ellos no lanzaron la primera piedra. Lo hizo su correligionario español, Juan Manuel Fabra Vallés, abanderado de la persecución a los servicios de Marín. Luego, perdidas las elecciones alemanas, Theato y compañía no hicieron más que poner mecha a los carburantes de Fabra. Cuando José María Aznar se percató de que si la Comisión entraba en crisis perdería a su principal aliado en la batalla financiera de la Agenda 2000, Galeote llamó al orden a Fabra, quien echó marcha atrás y descendió del monte guerrillero al plácido valle institucional.

Actitud levantisca

Pero la actitud levantisca contra la Comisión -tradicional primer apoyo del Parlamento- no es exclusiva de la DC, sino compartida por los socialdemócratas (que mañana romperán la disciplina de partido y votarán a favor de censurar al Ejecutivo) y los verdes. Distintos obervadores lo atribuyen a "la presión de la prensa local". Un portavoz de los socialistas alemanes argumenta que "desde que el Parlamento no aprobó la ejecución del presupuesto de 1996 por la Comisión, la opinión pública alemana la descalificó".En cuanto a los verdes, su eurodiputada Edith Muller buscó notoriedad -y quizá un puesto de comisaria- en la campaña electoral, presentándose como cruzada del antifraude, convertida en cruzada anti-Bruselas, aunque vaya en detrimento de los intereses de la cancillería. Ésta, empeñada en mantener a la Comisión para dar estabilidad a su presidencia semestral de la Unión Europea, apenas ha influido a sus muchachos de Estrasburgo. Una carta de puro trámite del ministro de Transportes a la delegación socialista ha sido todo.

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