Zaplana cede ante Unión Valenciana y fuerza la dimisión de su consejera
La consejera de Agricultura del Gobierno autonómico valenciano, que abandonó Unión Valenciana (UV) el lunes, anunció a primera hora de ayer su renuncia al cargo y evitó que el popular Eduardo Zaplana, presidente de la Generalitat, afrontara una ruptura de la coalición que mantiene con los regionalistas desde julio de 1995. Zaplana cedió ante las exigencias de UV y puso paños calientes a la precampaña en vísperas del congreso nacional del PP.
Eduardo Zaplana y Héctor Villalba, presidentes del PP en la Comunidad Valenciana y UV, respectivamente, mantuvieron una tensa entrevista el martes por la noche en la que no consiguieron cerrar la crisis desencadenada por el abandono de María Ángeles Ramón-Llin de la disciplina regionalista. La consejera de Agricultura había accedido al cargo en virtud de un pacto de gobierno firmado en julio de 1995 entre Zaplana y el fallecido Vicente González Lizondo que permitió la investidura del presidente de la Generalitat en primera votación a cambio de ceder a los regionalistas la presidencia de las Cortes Valencianas, una consejería y otros cargos menores.La renuncia de Ramón-Llin a su militancia en la formación regionalista, donde ocupaba la vicepresidencia, pero no al cargo que ocupaba en función de su adscripción política, abrió una grave crisis el pasado lunes en la coalición. Una crisis que se agravó tras unas declaraciones de Zaplana en las que se mostraba partidario de mantener en su puesto a la consejera en base al interés general y al reconocimiento de su labor por parte del sector agrario.
Obligado a elegir entre la permanencia de Ramón-Llin en el Ejecutivo o la ruptura de la coalición, Eduardo Zaplana se plegó ayer a las exigencias de Unión Valenciana y solicitó la dimisión de la consejera de Agricultura. El portavoz del Consell, José Joaquín Ripoll, compareció en lugar de Zaplana para explicar que el PP acepta la propuesta regionalista y nombra un nuevo consejero en sustitución de Ramón-Llin.
El popular Eduardo Zaplana y su gabinete de crisis optaron por asumir las exigencias de Unión Valenciana -que con sus cuatro diputados garantiza la mayoría absoluta al PP en las Cortes Valencianas- y aceptar una merma de autoridad institucional antes que verse sometidos a una campaña constante de desestabilización, con amenaza de moción de censura incluida, que transmitiese una imagen de crisis permanente del Ejecutivo autonómico.
La proximidad del congreso nacional del PP, donde Eduardo Zaplana presentará su ponencia sobre La España de las oportunidades, influyó también en la decisión de Zaplana tal y como reconoció la consejera al anunciar su dimisión: "Me voy para evitar que esta crisis se convierta en un numerito en toda España".
Los nervios traicionaron a María Ángeles Ramón-Llin, que no dio tiempo al presidente de la Generalitat a anunciar el nombramiento del nuevo consejero, Salvador Ortells, asesor de la consejería y hombre de confianza de la dirección de Unión Valenciana. Lo dio a conocer ella misma.
Euforia
La preocupación existente ayer entre el equipo de Zaplana contrastó con la euforia en Unión Valenciana, donde su presidente, Héctor Villalba, fue recibido con una salva de aplausos en la sede del partido. Villalba, que fue exquisito en sus declaraciones, explicó que "un adalid de la ética política" como Zaplana nunca habría podido dejar de cumplir con la letra del pacto que le vincula a UV.Admitió que la renuncia de la consejera constituye una baja significativa en el seno del partido, pero aseguró que "UV es un partido de ideas, no de personas", para restar importancia a la baja de su vicepresidenta.
Más allá de las buenas palabras sobre la estabilidad del Gobierno autonómico y el respeto de ambas formaciones al acuerdo de gobierno por bien de la sociedad valenciana, dejó escapar una declaración contundente que ponía en duda todo su discurso anterior: "Es imposible que el Partido Popular haga desaparecer a Unión Valenciana".
