Cuba y su 40º aniversario
En carta remitida a esa sección y publicada el sábado 9 de enero, el señor Ángel Aceves de Frutos habla sobre Cuba y su revolución y termina postulando: "Sólo se comprende el presente cuando se conoce su pasado". Lástima que no se aplicó el consejo a sí mismo y se limitó a presentar la historia de Cuba como las tristezas de un pobre pueblo de limpiabotas analfabetos y prostituidos. De un plumazo, el señor Aceves borra toda la historia de luchas de este siglo del pueblo cubano: la protesta de los 13, la creación de los primeros sindicatos, la lucha contra el dictador Machado, la creación de diversos grupos políticos de orientación izquierdista, desde el Partido Comunista en 1925 hasta los guiteristas en 1930. Borra también el gobierno Guiteras-Grau, conocido como el de los 100 días, con su contenido revolucionario y antimperialista, olvida los más de mil combatientes cubanos en las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española. Desconoce la Constitución de 1940, cuyo articulado en defensa de los derechos humanos, sociales y laborales sigue siendo más progresista y moderno que el de una serie de constituciones del llamado Primer Mundo. No menciona en su carta las luchas obreras de los años cuarenta y cincuenta, en las que participaron cientos de miles de obreros y empleados cubanos, con resultados muchas veces favorables a sus demandas. Y por supuesto, repite la vieja fábula de que ese pobrecito pueblo de analfabetos, limpiadores y prostitutas fue salvado por el advenimiento de Fidel Castro y Ernesto Guevara, que "tuvieron que llegar para poner orden a tanta inmoralidad".Por suerte, la historia está ahí para quienes quieren verla y no es tan fácil manipularla: los grandes logros sociales y económicos de la revolución cubana en sus primeros años no hubieran podido alcanzarse en una población de pobrecitos limpiadores prostituidos. Como se señaló correctamente en las páginas de EL PAÍS, Cuba en 1958 era una sociedad próspera, pero profundamente injusta, y sólo la conciencia de esa injusticia posibilitó el triunfo de la revolución cubana. Y esa conciencia no vino, como la "verdadera fe", del brazo de Fidel Castro y Ernesto Guevara, sino que se fue tallando en décadas de reafirmación nacional y luchas sociales, desde épocas tan tempranas como los primeros años del siglo.
Creo que el señor Aceves debería aplicarse un poco en el estudio de la historia de Cuba. Quizás entonces pueda comprender por qué ahora ese país -mi país-, después de intentar tocar el cielo con la mano, vuelve a ser una sociedad injusta, pero ya no próspera, sino estancada, cuyo destino ha sido secuestrado por los mismos que, hace 40 años, enarbolaban los principios de la Constitución de 1940 como bandera para desarrollar el país sobre nuevas bases solidarias y ahora sólo prometen la muerte en todas sus consignas como única opción segura. O, al menos, renuncie a explicar a Cuba y su historia de forma tan primitiva.- Escritor cubano.
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