El golpista que aprovechó el desencanto
El periodista José Vicente Rangel efectuó la pregunta más pertinente cuando ya concluía la campaña electoral y las arengas del exteniente coronel golpista Hugo Chávez perdían tremendismo en las tribunas, pues los sondeos le acercaban a la jefatura de Estado y convenía un discurso de mayor templanza. El jefe de paracaidistas que el 4 de febrero de 1992 sublevó varios regimientos contra el segundo Gobierno del socialdemócrata Carlos Andrés Pérez (1989-93) había prometido freír las cabezas de los caudillos políticos corruptos y arrasar con la institucionalidad vigente a golpe de referendo. El abogado Rangel, en la política y en el periodismo desde hace muchos años, y a partir del dos de febrero ministro de Asuntos Exteriores vino a decirle: "Comandante, existe la creencia de que a usted, tarde o temprano, habrá de salirle el gorila que todo militar lleva dentro". Chávez respondió demócrata: evocó los aportes de próceres castrenses a la construcción nacional, negó intenciones totalitarias, y defendió la legitimidad del agorilamiento armado de hace seis años porque el ejercido políticamente por los partidos durante cuatro decenios afrentó a la verdadera democracia y empobreció a sus compatriotas sumiéndoles en la desilusión.Hugo Chávez Frías progresó políticamente porque fue golpista. Ganó con un 56% de los votos porque la mayoría de sus titulares piensa que aplicará durante su mandato la determinación demostrada durante la cruenta insurrección contra Carlos Andrés Pérez, a quien citó como válido exponente de la corrupción y el desgobierno de las dos principales formaciones hasta el día 6 de diciembre, Acción Democrática (AD), centroizquierda, y COPEI, democristiana.
Más allá de las anunciadas frituras, queda por ver hasta donde será capaz de llegar en sus atemorizadoras reformas, en el prometido vuelco de los tres poderes de Estado, con mayor incidencia el judicial. El Movimiento V República por él fundado gobernará coligado en un Polo Patriótico con partidos menores y movimientos que agrupan el desencanto, la apuesta por un cambio a fondo, el pragmatismo no declarado, las buenas intenciones, o el oportunismo. Ese frente es mayoría en el Congreso pero no cuenta con la absoluta para imponer los proyectos de ley.
Intentar el acuerdo
El nacionalista Hugo Chávez Frías, 44 años, está casado en segundas nupcias con Marisabel Rodríguez, fue conspirador de discurso bolivariano desde el año 1982, "excelente papá", al decir de la familia y amigos, "suspendió programas de televisión para ir a ver a su hijo en un partido de fútbol", y ha prometido intentar el acuerdo parlamentario antes de convocar por decreto una Asamblea Constituyente como primera acción de gobierno. El ariete antisistema cumplió dos años de prisión por intentar su destrucción a tiros. AD, Copei, varios sindicatos patronales, o los generales hostiles temen que esa asamblea le blinde en la presidencia, disuelva al Congreso y la Corte Suprema, alumbre tribunales ineptos o populares, comités de vigilancia de corte cubano, y, en nombre de la "democracia participativa" establezca el caos.
De momento no parece que vayan por ahí los tiros. El empresariado, necesariamente al día, corteja al nuevo presidente, comprometido como tal con el libre mercado, la inversión y el cumplimiento de los convenios internacionales firmados por su país. Estados Unidos se le aproxima instándole al abandono de las actitudes cimarronas, le devuelve el visado, el discurso presidencial del ganador es moderado, apenas habla de Cuba, y no se avistan en la nación suramericana movimientos involucionistas.
Chávez tiene prisa y acelera la transición pero sus nombramientos no son revolucionarios pese a que se cubre en el espionaje con un cómplice del cuartelazo: el exteniente coronel Jesús Urdaneta Hernández, es el nuevo director de la policía política (Disip).
