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Xavier Villaverde filma el vacío ideológico en "Finisterre"

La segunda película del realizador Xavier Villaverde (A Coruña, 1958), que debutó en la dirección hace 9 años con Continental, se titula Finisterre, donde termina el mundo y es una reflexión sobre el actual vacío ideológico de los jóvenes, una mirada a la clásica figura del padre (a su ausencia, en este caso), y una explosión de sentimiento gallego de la vida.Esa tríada marca las turbulentas andanzas de los hermanos Berto y Mario (Nancho Novo y Enrique Alcides), su búsqueda del padre (Chete Lera) que los abandonó de niños en la Costa de la Muerte, y su necesidad de afecto. Según Villaverde, el filme es "un thriller emocional que narra el naufragio de dos jóvenes en crisis, hijos de un hippy que los dejó en un doble abandono: el de los valores y el familiar".

El filme fue presentado ayer en Madrid por el director y los actores principales de un reparto que completan la joven Elena Anaya -conocida por sus apariciones en Familia, la primera película de Fernando León, y en Lágrimas negras, último filme de Ricardo Franco-, y una resucitada Geraldine Chaplin, que, según Villaverde, se implicó tanto en el proyecto que ayudó incluso a reescribir su papel de madre solitaria.

Melancolía irónica

El equipo artístico trató de explicar ayer el largo aliento de ese sentimiento gallego de la existencia, que parece tocar a la película desde lo inevitable. Novo cree que, "más que en vaquiñas y lluvia", ese espíritu consiste en una especie de melancolía irónica, de descreimiento enfático: "Los gallegos somos apasionados de no creer en nada y sospechar de todo". Anaya, que hace el papel de Laura, una bailarina de discoteca que bucea en el silencio mientras espera a que Berto la quiera, dijo que su sensación al recibir ese influjo fue como la que se tiene al sentir la humedad, "te cala hasta los huesos y ya no hay forma de quitársela". Chete Lera se limitó a decir "yo soy gallego y vivo en la Costa de la Muerte"; y el director afirmó que tanto el guión de Miguel Anxo (La ley de la frontera) como la película deben mucho a esa peculiar manera gallega de ser y estar en el mundo: "Los personajes hablan todo el tiempo diciendo medias verdades y medias preguntas, y aunque hay también humor, o retranca, seguramente hay más desarraigo que otra cosa".La película fue rodada en escenarios naturales de Galicia, Madrid y Lisboa, los tres lugares donde transcurre la acción, que se inicia en 1968 y concluye 30 años después. Villaverde, que considera las películas "el resultado de un trabajo de equipo", y al director como un "flautista de Hamelín con visión de conjunto", justificó así la profusión de primeros planos: "Es una historia recordada, y la memoria siempre se fija en las caras". La película se proyecta ya en Galicia desde la semana pasada (según el productor ejecutivo Pancho Casal, con gran éxito de taquilla) y se estrenará el viernes en el resto de España.

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