El ruido como impacto ambiental

Soy española desde hace 30 años y amo a España, pero todavía no me he acostumbrado al ruido. El ruido de los aviones al despegar y aterrizar. El ruido de las personas cuando, más que conversar, aúllan en un simple restaurante, o los gritos eufóricos en las reuniones de copeo. El ruido que emiten los inoportunos teléfonos móviles, cuya conversación rompe la intimidad de una reunión, un espectáculo e irrumpe sin sonrojo en tu medio ambiente. El ruido acongojante de las máquinas de las ciudades que siempre están en obras. El ruido de la televisión, cuyos anuncios aumentan incomprensiblemente su sonoridad. El ruido del vecino de turno que nos muestra su insana intimidad, separado por un tenue tabique de papel de fumar.El exceso de decibelios atenta contra el medio ambiente y existen formas europeas para combatirlo, tales como obligar a insonorizar y aislar los edificios, crear locales de reunión ecológicos y a ser posible en zonas alejadas de servicios, regular el impacto de los aviones diluyendo los pasillos aéreos o los aeropuertos. Educar a los jóvenes, desde niños, demostrándoles que es importante divertirse pero también dejar trabajar; que el griterío no es sinónimo de gozo. Que en una democracia te permiten demostrar tus desacuerdos sin necesidad de gritar y que por mucho que aumentes la tonalidad de tu voz no se incrementará en ningún caso la fuerza de tus argumentos ni mejorará el anuncio televisivo. Como decía Napoleón: "La música es el ruido menos molesto", pero hay que saber encontrar un perfecto equilibrio entre ésta y el suave rumor de una brisa callada.-